N.º 41 • DOMINGO XXVIII ORDINARIO, CICLO B
• 11 de Octubre de 2015 •
«Vende todo lo que tienes; después, VEN Y SÍGUEME»
L
a narración evangélica de hoy es bastante conocida y nos sitúa nuevamente ante el controvertido problema de cuál es la actitud del cristiano ante las riquezas. Hay frases en el texto que, a primera vista, aparecen como bastante problemáticas, por ejemplo: «Vende todo lo que tienes; después, ven y sígueme», o bien: «Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entre en el Reino de Dios». Si tuviéramos que tomar las palabras de Jesús en su sentido más literal, entonces resultaría que... • los cristianos estamos condenados a ser eternamente pobres y, por lo tanto, sometidos a quienes más poseen. ¿Dónde queda, pues, nuestra libertad? • poco sentido tendrían las encíclicas papales y la doctrina social de la Iglesia, que hablan del desarrollo de los países menos evolucionados, lo que implica, entre otras cosas, luchar contra la pobreza material; lo cual, a su vez, es garantía de dignidad personal. Por tanto, podemos decir que los bienes materiales, de por sí, no son buenos ni malos. Pero se hacen malos cuando los transformamos en el objetivo de
la vida, en lo único bueno. Toda la historia humana muestra hasta la saciedad cómo las riquezas endurecen el corazón del hombre y lo hacen insensible ante el dolor del prójimo, incluso de los propios padres, familiares y amigos. El mismo Evangelio nos trae el caso de Judas, quien, por amor al dinero, entregó a su amigo y maestro. ¿Y quién no conoce algún ejemplo de este endurecimiento del corazón por amor al dinero? Por dinero se venden armas y se hacen la mayoría de las guerras, a pesar de su costo de millones de víctimas inocentes; por amor al dinero, pueblos enteros son sumidos en la más espantosa miseria, mientras otros son esclavizados; por amor al dinero, surge a menudo la infidelidad matrimonial, el abandono de los hijos, y se rompen viejas amistades. No es extraño, pues, que cuando Jesús quiere poner a prueba al discípulo para ver si realmente es un hombre nuevo, le pregunte: "¿Eres capaz de dejar tus riquezas por algo que crees mejor?". Alguien podrá preguntar: "¿Y a todos se nos exige esta total renuncia?". La respuesta no puede ser sino positiva, mas, para entenderla, antes es necesario comprender lo que significa la libertad interior del corazón.
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