Hoja parroquial 40 - 2017

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N.º 40 • Domingo XXVI Ordinario / Ciclo A

• 1 de Octubre de 2017 •

Si me convierto, nunca estoy perdido

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odos los seres humanos estamos expuestos a errores. Pero también todos podemos cambiar de rumbo en la vida para mejorar. El profeta Ezequiel llama la atención a su pueblo, envuelto en intrigas, enajenado por las permanentes conspiraciones. La historia de los pueblos y de las personas, parece que se recicla permanentemente en la maldad; pero también, gracias a Dios, hay conciencia para hacer el bien y convertirse en mejores personas. Recapacitar de lo que decimos y hacemos es la clave Los líderes de algunos pueblos parece que con frecuencia manipulan las conciencias. Los gobiernos abusan de su puesto y muchos de la nobleza de los demás. Obligan a los más pobres a vivir en condiciones extremadamente precarias. La religión se convierte en algo volátil. Y en ocasiones también en un arma de doble filo para someter a los demás. Pareciera una religión al servicio solamente de los poderosos. Hay poco discernimiento y se manipulan las conciencias. Ni siquiera los líderes corruptos, están perdidos. Tienen la oportunidad para abrazar el perdón y cambiar. La situación en muchos pueblos del orbe parece extremadamente volátil. Hay falta de discernimiento.

Hay manipulación de los sentimientos patrióticos. Los nuevos líderes dejan a la gente a sus propias fuerzas y a merced de un puño de ambiciones. En medio de tanta tensión, caos y confusión del presente; la lectura del profeta hace un llamado a la cordura y al buen juicio. En ocasiones presumimos de tener conciencia pero sólo es falsedad para manipular la religión, sobre todo en la mente de los más poderosos. La invitación es muy clara El Evangelio de hoy nos recuerda tener los mismos sentimientos de Cristo: "¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero y le dijo: "Hijo, ve hoy a trabajar en la viña." Él le contestó: "No quiero." Pero después recapacitó y fue. Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Él le contestó: "Voy, señor." Pero no fue. ¿Quién de los dos hizo lo que quería el padre?". La parábola, de este domingo que nos propone Jesús, denuncia la falsa conciencia religiosa. Ahí donde vivimos está la viña, un mundo con muchos problemas en donde el trabajo siempre es necesario, arduo y urgente.

Nos cuenta que el Padre envía a sus dos hijos. La respuesta de los dos no deja de ser confusa. Pero en el transcurso de la historia descubrimos quién cumplirá su palabra. Así es la humanidad muchos decimos que sí, que trabajaremos por el bien de los demás y a veces resulta incierto. Otros explícitamente dicen que no; pero luego reflexionan y cambian de parecer. La tarea permanente de todo creyente es hacer el bien y encontrar la fortaleza en la palabra de Dios.

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