N.º 40 • DOMINGO XXVII ORDINARIO, CICLO B
• 4 de Octubre de 2015 •
Los más importantes para JESÚS
E
n estas fechas, casi al inicio del Sínodo Extraordinario sobre la Familia, en donde la Iglesia universal se apresta a tratar temas tan importantes para la humanidad como debe ser precisamente la Familia, hay en el mundo disparejas inquietudes de diversa índole. Parece que hay guerra y veneno contra la Familia tradicional; hoy se ha convertido en una parte muy frágil de la sociedad. En los tiempos que corren, se presumen modelos nuevos, moldes diferentes que presumen adecuarse y gestar nuevos patrones de la Familia; según se dice, “más acordes con la evolución del mundo”. Una cosa es segura: Dios siempre estará con las personas más débiles, con aquellas organizaciones y personas a las que se les ha escatimado un trato digno en un mundo del presente. Desde siempre, la mujer, los niños, los pobres, los olvidados, la familia, siempre serán los primeros en el corazón de Dios y, por supuesto, también deben ser los primeros en las preocupaciones de toda la Iglesia, de todos los que creemos en Jesucristo; y, sin duda, de todas las legislaciones que se precien de querer ser verdaderamente humanas. Una mirada a la mujer en la Familia En el Evangelio de Marcos hoy leído, Jesús habla de lo que le preguntan. Y habla de las preocupaciones y problemas concretos de las familias, de los pobres. Lo gratamente hermoso es que sus palabras siempre buscan proteger y asegurar a los más débiles. Esta costumbre judía, narrada en el Evangelio de hoy, consiste en que la mujer podía ser repudiada sin explicaciones ni protección alguna. Jesús ofrece una llamada diferente, hoy necesaria en muchas latitudes del mundo: a mantener la unidad del Matrimonio. Es una voz que libera, que defiende, que cuida y que exhorta a mantener la dignidad a toda costa. A nuestro alrededor, hay muchos sentimientos de soledad y abandono, cada fracaso en la vida rompe sueños y esperanzas; aquí estará siempre la Palabra de Jesús
que vela por la parte más débil, por los que sufren, los agobiados, cada familia; miles de familias que no son respetadas. El respeto y dignidad “nuevos” Jesús invita a un orden social nuevo. El hombre y la mujer forman parte de la armonía y dignidad de toda la creación. El Maestro Jesús ha desautorizado siempre ciertas opiniones de los maestros de la Ley. Y, en ellos, a los que hoy repudian a la mujer, desprecian a los niños, ignoran a los pobres, arrinconan a los enfermos. A estos seres relegados, Jesús quiere darles su lugar. Defiende la dignidad y está contra el rechazo y la soberbia. El Maestro habla por los olvidados, los marginados, los ciudadanos de segunda... todos, los de arriba y abajo en la sociedad y en edad, somos iguales en dignidad a los ojos de Dios, y hemos de serlo para los ojos de todo hombre.
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