N.º 3 • III D omingo O rdinario , C iclo B
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• 21 de Enero de 2018 •
Señor, ¡enséñame tus caminos!
ntrar en un año diferente, con condiciones económicas, sociales y políticas distintas, es la gran oportunidad de vislumbrar mejores situaciones para la vida personal. Al comenzar ya vemos que hay tareas muy importantes, personales y sociales que asumir. La primera lectura de Jonás presenta un contenido positivo; que ojalá fuera para todos, un reto de inicio de año: hacer caso al Señor. El profeta es consciente del mandato de Dios que le envía a predicar. Va, predica y, además tiene éxito en su predicación, pues la ciudad se arrepiente. La cuesta de enero es también espirtual Se oyen proclamar los comienzos del evangelio. Es la voz estruendosa de Juan el Bautista. Algo está pasando a las orillas del Jordán. La gente acude en masa. Se piden cambios; ya algunos se acercan a oír la predicación. Jesús viene del desierto, fortalecido para el anuncio y la presencia de su Reino. Ya ha vencido las tentaciones. Jesús, un humilde carpintero, está causando asombro, va predicando en aldeas, pueblitos y ciudades. Cualquier cruce de caminos es una tribuna, un púlpito para invitar a la conversión. ¿Qué novedades hay? Su voz llega a quien quiera oírlo, sin excluir a nadie, sin exigir nada, pero la contundencia de su palabra y su presencia invita a buscar un cambio. Una voz inusual y llena de autoridad como la de los profetas de otros tiempos
está brotando y causa conmoción espiritual. Algo nuevo se anuncia de forma sencilla pero con claras exigencias; se habla ya de la necesidad de una nueva manera de vivir: el reinado de Dios. Historias nuevas y exigencias difíciles En aquel entonces, como en la historia presente, la gente tiene memoria para las cosas buenas o malas que van pasando alrededor de los pueblos y se sienten empujados, para bien o para mal por los que gobiernan. Al ver a Jesús, renuevan sus anhelos de libertad, de que las cosas, si siguen a Jesús, pueden mejorar. Jesús provoca la esperanza Podemos recordar a las autoridades sanguinarias, que sólo se aprovechaban del pueblo para conseguir sus ambiciones. Las historias de entonces, cuando aparece la predicación de Jesús; les renueva y les consuela. Entonces como hoy, la tarea es acabar con los ambiciosos y sanguinarios para dejarse llevar por Jesús; que trae ofertas profundas al corazón. Algo bueno puede pasar Se había sufrido mucho, bajo un régimen totalitario sobre el pueblo y además explotador... Surgen pues súplicas nuevas: Señor, enséñanos tus caminos. Las propuestas que ofrecían, los gobiernos aquellos como los de ahora, tienen muy poca consistencia. ¡Abramos la esperanza a la palabra fuerte, pero esperanzadora que Jesús puede ofrecernos para nuestro tiempo.
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