Hoja Parroquial 39 - 2018

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N.º 39 • XXVI D omingo O rdinario , C iclo B • 30 de Septiembre de 2018 •

Nadie debe ser excluido por la injusticia

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Si tu mano te hace pecar córtatela En este domingo el juicio de Dios es implacable contra las injusticias. Por contraparte, vivimos en un mundo en el que a casi nadie les preocupan los pobres. Llevamos una vida demasiado egocéntrica y no pensamos en el sufrimiento ajeno. Por supuesto que hay muchas personas con un verdadero sentido humano y solidario. El juicio del Evangelio es contundente; si cometemos injusticias, el juicio de Dios es implacable. “...Más te vale entrar manco en la vida eterna, que ir con las dos manos al infierno”.

n un mundo de diferencias, Dios nos invita a saber incluir a los demás. El “Espíritu de Dios” se tiene que repartir entre todo el pueblo, no solamente entre unos cuantos. Este pensamiento es de mucho peso para toda la vida de la Iglesia en donde debemos darnos cuenta que Dios invita a todos a colaborar en su Reino. El pueblo añora las cebollas de Egipto Es una manera de decir que todos,permanecemos atados a nuestras miserias, como dice el dicho: “nos gusta la mala vida”. El camino del desierto va a hacer recapacitar al pueblo en su vida, tenemos que aprender a saber aceptar a los demás. Moisés dice a su pueblo: “¡Ojalá todo el pueblo del Señor fuera profeta y recibiera el espíritu del Señor!". Siempre aparecerá la tentación de desechar a los demás y no querer incluirlos. La riqueza, si no se comparte ¡corrompe! Dios es un verdadero Juez que quiere el bien para todo el pueblo, pero las envidias y las diferencias siempre han existido en todos los

grupos humanos. ¡A pesar de nuestra religiosidad! El Juicio de Dios es implacable. “¡Han amontonado riqueza, precisamente ahora, en el tiempo final!” En nuestros tiempos se cometen muchas injusticias contra la gente que más sufre. Por eso la Carta del Apóstol Santiago es fulminante: “El jornal defraudado a los obreros que han cosechado sus campos está clamando contra ustedes” Son palabras muy duras para una sociedad como la nuestra, tan llena de desigualdades.

La grandeza de la humanidad no está en las cosas materiales Vivimos en una sociedad en constante competencia por los valores materiales. Jesús, por el contrario, ha venido a enseñarnos otra escala de valores. Nuestra sociedad hoy se pinta mucho más como excluyente, no nos aceptamos unos a otros. Mucha gente es exlcuida, sencillamente porque “no son de los nuestros”. Cuántos creyentes promotores del bien, de la justicia y de la paz han sido relegados sólo porque no piensan como nosotros lo hacemos.

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