Hoja Parroquial - 13 de Septiembre de 2015 - Num. 37

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N.º 37 • DOMINGO XXIV ORDINARIO, CICLO B • 13 de Septiembre de 2015 •

«Tú eres el MESÍAS»

«T

ú eres el Mesías». Ésta es la profesión de fe que Pedro proclamó. Todos admiran a Jesús. Descubren en Él a un gran profeta, un hombre extraordinario según la mayoría. Como en tiempos de Jesús. Pero Pedro lo proclama como Señor, como Salvador, como Mesías. El Espíritu inspiró a Pedro para que hiciera este acto de fe. Y sin la luz de Dios, nadie puede creer. Hoy debemos preguntarnos sobre nuestra fe. Sabemos que es un don creer en Jesús. Y sabemos también que este don no es fruto de nuestro esfuerzo. Es gracia de Dios. Y esta gracia nos ayuda a decir sí a Dios. ¿Nos percatamos de la importancia que tiene creer? ¿Damos por ello gracias a Dios? Debiéramos pensarlo y, con mucha humildad, saber agradecérselo al Señor. También nosotros, como Pedro, podemos decir: “¡Tú eres el Mesías!”. Y esta fe nos ayuda a entender nuestra persona y nuestro entorno con una nueva luz. Todo es diferente. Tenemos a Alguien en quien creer y que da sentido a nuestra vida. Jesús es el Señor y el amigo, es la luz y la fuerza, es Aquel en quien hemos puesto toda nuestra esperanza. Jesús les habla con toda claridad. Instintivamente rechazan el sufrimiento. A nadie le complace sufrir. Por eso Pedro, aquel que acababa de pronunciar su profesión de fe, le contradice. Y

Jesús, a quien tampoco gustaba el sufrimiento, le contesta: «¡Quítate de mi vista, Satanás! ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!». El seguimiento de Jesús no consiste en un camino de rosas. Para seguir sus pasos, es necesario negarse uno a sí mismo, tomar nuestra propia cruz y acompañarlo. En cada persona están presentes los sufrimientos de todo tipo. Y Jesús quiere ayudarnos a hallar su luz en medio de la oscuridad que el dolor comporta. No estamos solos. Podemos vivir el sufrimiento acompañados por Jesús. Y eso nos ayuda a encontrar incluso en el sufrimiento un poco de luz, un poco de sentido. Se trata de la luz y del sentido que hallamos en Jesús, que nos acompaña en la contrariedad. Ojalá que sepamos aprovechar en medio de las situaciones adversas esa compañía del Señor. Señala Jesús: «El que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará». salvará Perder la vida para salvarla. Y ya desde aquí. No vivir atrapados por el egoísmo. Vivir amando, haciendo el bien, como Jesús. Vivir en plenitud, con solidaridad. Vivir para los demás. Jesús quiere ayudarnos a entender todo esto y a vivirlo. Pidámosle que nos dé esta gracia.

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