Hoja Parroquial 36 - 2017

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N.º 36 • Domingo XXII Ordinario / Ciclo A • 3 de Septiembre de 2017 •

«¡El que quiera seguirme, tome su Cruz!»

L

a experiencia más cotidiana de todo ser humano, es sin duda, el dolor. El sufrimiento de muchas formas. Hay que emprender las tareas de la vida con una gran fortaleza, sean de la categoría que fueren, porque los problemas de cada día son inherentes al ser humano. No es rara, en ningún ser humano la exposición a las dificultades profundas y personales. Sin embargo la actitud es la que ayuda o complica cada situación a la que nos enfrentamos y que sin embargo tenemos, como seres humanos que aprender a sacar adelante. Jeremías, el Profeta de las Lamentaciones Todos los profetas, cuando se han decidido a anunciar la palabra que se les comunica; han tenido muchas experiencias de sufrimiento. Así lo constata Jeremías: “La palabra del Señor se volvió para mí oprobio y desprecio todo el día”. Y ni duda cabe que el sufrimiento asumido con la fuerza de la fe, es el gran inicio de la confianza en Dios que nunca abandona. Aceptar en mi cuerpo los sufrimientos de Cristo La Iglesia de Roma sufre de una manera singular; éste es su bautismo

de gracia y de gloria. Se ha dicho de ella y de otras comunidades: “perseguida pero no derrotada.” Pablo tiene unos conceptos muy claros en el modo de vivir la fe; pero no por ello, salva del sufrimiento personal. El lenguaje es exhortativo. “Les hablo no sólo como hermano en la fe sino con la autoridad del Apóstol”: Les invita a hacer de su cuerpo una ofrenda permanente a Dios. El Discípulo sigue a Jesús hasta la Cruz En toda su predicación, a lo largo de su vida, Jesús pone de manifiesto a sus discípulos que el camino de la resurrección está estrechamente vinculado a la experiencia dolorosa de la cruz. El sufrimiento nunca es derrota; sino todo lo contrario; la única forma de vencer el mal. La enseñanza de Jesús es muy clara y lo repetirá cada vez que haga falta. Se dirige a todos los discípulos para señalarles que el camino del seguimiento por parte del discípulo, lleva de manera esencial la Cruz. Las diversas lecturas de este

domingo tienen una insistencia que duele; pero que al mismo tiempo, clarifica al cristiano de hoy, el seguimiento de Jesús. Advierten que el camino de Jesús y por tanto el del creyente pasa necesariamente por la Cruz. La tarea es asumir a tiempo y con seguridad esta parte de la historia que gusta poco. Es el único camino de purificación que podemos asumir todos los creyentes. Cierto, difícil, pero es necesario el dolor para “domesticar” nuestras actitudes de creyentes.

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