Hoja Parroquial - 16 de Agosto de 2015 - Num. 33

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N.º 33 • DOMINGO XX ORDINARIO, CICLO B

• 16 de Agosto de 2015 •

«YO SOY el Pan de Vida»

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esús no es sólo nuestra respuesta a cada pregunta sobre el sentido del mundo, ni un consuelo para los momentos de desgracia, ni un mero intercesor para conseguir algo de Dios, ni un lejano personaje ejemplar que admirar... Para los

creyentes es mucho más, aunque aparentemente sea mucho menos. Es mucho más porque es Dios presente en nuestra vida de cada día, y es mucho menos porque está en ella con la sencillez del pan. Jesús es el Pan de la Vida porque asegura al hombre la liberación de la muerte con el logro de una vida definitiva no sólo en el sentido de duración infinita, sino también de una calidad nueva. Su duración indefinida es la consecuencia de su perfección, por ser la vida que pertenece al mundo definitivo, a la creación terminada. El maná no comunicaba la vida verdadera: todos los que lo comieron murieron antes de poder lograr llegar a la tierra prometida (Núm 14, 21-23). El pueblo formado en el desierto y alimentado con el

maná no logró su objetivo. La comunidad que funda Jesús tiene todas las posibilidades de alcanzar la meta. Si le seguimos en su estilo de vida, gozaremos de la vida que no puede destruirse. Imitarle evita el fracaso humano, porque es «trabajar por el alimento que perdura, dando vida eterna». Jesús «es el Pan que baja del Cielo» sin cesar, es la constante comunicación de la vida de Dios a los hombres a través del Espíritu. Una vida que vamos asimilando –“comiendo”– en la medida en que seguimos sus pasos; mejor dicho: una vida que nos va asimilando a nosotros. ¿Qué significa “bajar del Cielo”? Significa venir de Dios y vivir su vida: vivir en la verdad, en la paz, en la libertad, en la justicia, en el amor, en la comunicación... Es dar testimonio con la propia vida de la verdad sobre Dios, sobre la vida humana, sobre la alegría... Y comunicarlo con la palabra y con la vida, con un amor total hasta la muerte. «Yo soy el Pan vivo que ha bajado del Cielo». «El Pan que baja del Cielo» continuamente, como don siempre ofrecido, se describe ahora como «el Pan vivo que ha bajado del Cielo» para señalarnos el comienzo de la presencia de Jesús en el mundo. «El que coma de este Pan vivirá para siempre». Tenemos que estar demasiado acostumbrados para no sorprendernos y admirarnos ante este anuncio de vida definitiva que nos hace Jesús.

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