N.º 28 • DOMINGO XV ORDINARIO, CICLO B
• 12 de Julio de 2015 •
La RELIGIÓN siempre invita la práctica social
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ara nadie es un secreto hoy que la religión no consiste sólo en una práctica interior y personal; todos acabamos por entender que tiene que ver con los comportamientos de la gente entre sí, para con los demás, y sus actitudes para vivir en familia y sociedad. Jesús, al llamar a sus discípulos, les advierte cómo son las cosas, para que puedan prepararse y disponerse, ya que serán enviados a los demás para compartir su experiencia. Así es la historia de todos los personajes bíblicos. Se nos ha repetido una constante necesaria para que la gente nunca olvide su vida religiosa, se trata de compartir lo que hemos recibido: «Ve y profetiza» es el mandato de Dios para su profeta Amós. ¡Que vaya con el pueblo! Y también lo recuerda el texto de la Carta a los Efesios: «Él nos eligió en la persona de su Hijo para recibir la redención». Los fue mandando de dos en dos La religión de Jesús crece por contacto, por contagio, no a control remoto; es una experiencia que, al tenerla, para retenerla mejor, hay que compartirla. No se puede ser creyente sólo como si fuera una clase teórica que se ofrece “para los demás”, sino una vivencia que tiene como centro la Persona de Jesús que vivió entre nosotros e impulsa, a los que creen en Él, a vivir un estilo diferente de religión; no de entregar
cosas, sino de consagrar la propia persona como el mejor ofrecimiento. Ellos salieron a predicar la conversión La religión no es tecnología; es trato de persona a persona. Dios – dicen en el vocabulario de hoy– nos pudo haber dotado de un “chip” de religión a cada uno, de inmensos gigabytes; donde la religión fuera tan pura que no permitiera la intromisión de ningún virus. Pero la religión es otra cosa... es la fuerza del corazón que se comparte en la cercanía para vivir juntos la fe. El creyente, signo de contradicción La historia de la Iglesia es historia de crear
comunidades eclesiales; y sus mejores frutos, sus mártires. La fe cristiana se hace chata cuando se identifica con las fuerzas fácticas para “triunfar en la vida, en la política o en lo económico”. A muchos nos arrastra la corriente del triunfo personal; pero los verdaderos testigos siguen siendo excepcionales en nuestras parroquias y comunidades. Veinte siglos de historia han llegado a mostrarnos diversas caras del cristianismo; por eso el anuncio de Jesús debe ser en cada época replanteado con nuevas insistencias de la predicación, teniendo siempre la convicción de salir de dos en dos a predicar. No hay otra manera de anunciar el Evangelio de Jesús.
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