Hojita 25

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N.º 25 • D omingo XI O rdinario / C iclo A

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• 18 de Junio de 2017 •

NO tengan Miedo

oy, Jesucristo en el evangelio nos dice y nos pide: "no tengáis miedo". En primer lugar, ello puede referirse a nosotros mismos. ¿No es verdad que, a veces, no nos atrevemos a elegir el camino de Jesús porque tenemos miedo de nosotros mismos? Recordemos lo que hemos escuchado en la primera lectura, del profeta Jeremías. Él vivió en momentos difíciles, cuando todo -en el pueblo judío- parecía que se derrumbaba. Pero entonces, surgió vigorosa su palabra en nombre de Dios: no pongáis la confianza en vosotros mismos sino en el Señor. Porque el Señor es como fuerte soldado que lucha por los débiles y los oprimidos. También nosotros vivimos tiempos difíciles. Y no es extraño que a menudo estas dificultades nos lleven a tener miedo de nosotros mismos: ¿sabemos lo que hemos de hacer? ¿tenemos fuerza para hacerlo? La tentación es encerrarnos en nosotros mismos, escudarnos en nuestra debilidad. Y así, renunciamos a aventurarnos por el camino que Jesús nos propone. ¿Por qué? Porque siempre, nuestra ingenua pretensión es caminar solos. Y si es verdad que el camino lo hemos de hacer nosotros, también lo es que Dios lo hace en y con nosotros. Trabajar por el Reino de Dios, por un mundo más fraternal y más justo, es el trabajo que Jesús

nos propone porque es su trabajo, su lucha, su camino. Por eso Él es el fuerte soldado que lucha en nosotros. De ahí que desconfiar de nosotros mismos, tener miedo de nosotros mismos, es desconfiar y tener miedo del Espíritu de Jesús que lucha en nosotros. "No tengáis miedo a los hombres", dice Jesús. Ni de nosotros ni de los demás. Por ninguna causa: por más poder que tengan, por más dinero que tengan, por más influencia, por más violencia que utilicen... Todo ello no vence la fuerza de Dios. La fuerza de Dios, que no está en el poder, en el dinero, en la violencia; sino en el amor, en la justicia, en la bondad. Por eso es más fuerte. El cristiano está llamado a esta lucha constante. No contra nadie, pero sí contra toda injusticia, contra todo mal. Contra todo lo que signifique no respetar los derechos de cada hombre, los derechos de los más pequeños, los derechos de cada pueblo, de cada clase. Si un hombre es tratado injustamente por el color de piel, por sus ideas, por su

lengua, situación social, por lo que sea... allí el cristiano debe luchar, SIN MIEDO -dice Jesús- PORQUE ES DIOS QUIEN COMBATE en esta lucha dolorosa y difícil, nosotros debemos creer que Él conseguirá la victoria plena. Sentirse implicado, sentirse comprometido en esta lucha de cada día es lo que el evangelio llama ponerse de parte de Jesús. Inhibirse, quedarse en casa, no salir en defensa de quienes lo necesitan es negar a Jesús ante los hombres.

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