N.º 21 • DOMINGO DE PENTECOSTÉS, CICLO B
• 24 de Mayo de 2015 •
«Se llenaron todos del ESPÍRITU SANTO»
H
oy celebramos la Solemnidad de Pentecostés, que en griego significa 50, y en el simbolismo de los números bíblicos, significa la perfección, plenitud, cumplimiento. San Lucas nos describe cinco "pentecostés": venidas del Espíritu Santo en diferentes momentos de la vida de la comunidad cristiana, para mostrarnos que siempre que viene el Espíritu es Pentecostés. No fue nada más uno solo y aislado. Nuestro Bautismo fue Pentecostés, en la Confirmación recibimos como "Don" el mismo de Pentecostés; la Eucaristía es acción del Espíritu Santo que nos reúne, nos comunica y hace entender la Palabra, y hace que la Palabra se haga Pan que alimenta, y nos envía a hacer las obras que el Padre quiere en favor de los hermanos. La fiesta de Pentecostés es una manifestación del misterio de la Trinidad: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Celebramos a Jesucristo resucitado, haciendo memoria «de la Pasión salvadora» de Jesús, y de su «admirable Resurrección y Ascensión al Cielo», como se dice en la Plegaria eucarística. Y esto lo podemos hacer
por obra del Espíritu Santo, que es el Espíritu del Padre y del Hijo. Desde la tarde de la Resurrección a la mañana de Pentecostés, el efecto de la Resurrección de Jesús es permanente: dar, comunicar su Espíritu. Nosotros somos testigos de cómo el Espíritu nos va transformando, personal y comunitariamente; cómo el Espíritu va suscitando hombres y mujeres que luchan por la transformación de nuestro mundo. «Todos nosotros hemos sido bautizados en un mismo Espíritu». Por eso, el misterio de Pentecostés está actuando siempre. Es el Espíritu que nos da la fe por la que confesamos que Jesús es Señor. Es el Espíritu que nos congrega y nos hace una comunidad, la Iglesia. Es el Espíritu que suscita múltiples carismas, servicios, dones, regalos, ministerios, al servicio de la comunidad. El Espíritu es el que hace posible que, siendo muchos, y teniendo distintas maneras de pensar y actuar, sepamos amarnos y ser "uno". El Espíritu Santo nos hace superar todas las divisiones, fruto del pecado, y salta todas las barreras sociales, de raza, de religión. El Espíritu Santo es la única bebida que da la Vida de Dios.
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