Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.
N.º 51 • IV DOMINGO DE ADVIENTO, Ciclo C
23 de Diciembre de 2018
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Dos mujeres confirman la esperanza de siglos
l nacimiento de Jesús nos lleva a recordar la condición de mujer y la fe de María. Recordamos la escena evangélica y a la vez humana. Dos mujeres se ayudan en momentos singulares de su vida. Las dos van a ser madres. Este momento es conocido como la Visitación. Es Lucas quien nos habla de este encuentro singular entre las dos mujeres próximas a ser madres. La Navidad nos acerca a un misterio de los cielos, que se vuelve una realidad humana de todos los días. Son dos mujeres que se alegran y se cuidan mutuamente, se preparan para los momentos singulares; el nacimiento de sus hijos que tendrán historias singulares, el Nacimiento, el silencio y las predicaciones proféticas. Juan, el Hijo de Isabel, prepara los caminos; María, la muchachita frágil será la gran mujer a quien llamarán dichosa, todas las generaciones.
Gozo y esperanza
El gozo, la alegría, y una esperanza nueva nos envuelven en estos días de Navidad porque Dios quiere estar cada día más cerca de nosotros. Si nos contagiamos de esta alegría que por siglos ha animado los dolores e incertidumbres de la humanidad, significa que todos, creyentes y no creyentes, tenemos que prepararnos para darle un sentido espiritual a nuestra vida, llenos de alegría porque mañana es Navidad.
Dejemos entrar al espíritu de Dios con un ánimo más humano, donde sobresalga la alegría y las nuevas esperanzas.
Navidad a la puerta
Este tiempo seguramente nos permitirá aprender a mirar el trabajo, el sufrimiento, la vida de los niños, el dolor de los enfermos con más esperanza. El Espíritu Santo ayudó a Isabel a pronunciar una bendición: “¡Bendita eres entre todas las mujeres y bendito sea el fruto de tu vientre!”. Desde aquel día, la humanidad dice lo mismo, hemos expresado los cristianos en el Avemaría que somos benditos, bienaventurados y dichosos los que creemos en Dios. Estamos invitados a practicar la Palabra, ésta debe ser evidente a través de los frutos de nuestro comportamiento, porque el Nacimiento de Dios bendice la historia de la humanidad.
La fe de María
Meses antes, María, la mujer amorosa, que confía en los designios de Dios había pronunciado una expresión que todavía nos sorprende por su sencillez y grandeza: “Aquí está la esclava del Señor”. María creyó. Ésta fue la grandeza más importante de la historia. La fortaleza de María y su felicidad es sin duda, su fe. María es la mujer que le da sentido a la Navidad, ella le creyó a Dios, aunque no sabía cómo. María se convierte en maestra de la fe, acepta cuanto se le anuncia de parte de Dios. Se deja querer de Dios para hacer las cosas como Él diga.
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