Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.
N.º 13 • DOMINGO DE RAMOS, Ciclo B
28 de Marzo de 2021
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Cristo camina hacia la Cruz
mpezamos hoy la Semana Santa. Las lecturas que acabamos de escuchar nos ayudan a entender la profundidad del misterio que vamos a celebrar. El profeta Isaías presenta en cuatro poemas la figura del Siervo de Yahvé. Hoy ha sido el tercero de estos cánticos el que hemos escuchado. (El cuarto, más impresionante todavía, lo proclamaremos el Viernes Santo). El Siervo de Yahvé es el que se ofrece a sí mismo, inocente, por los pecadores, para salvar a todos. «Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, la mejilla a los que mesaban mi barba. No oculté el rostro a insultos y salivazos». Nosotros los cristianos leemos la Sagrada Escritura como una profecía cumplida en Cristo Jesús, que voluntariamente ha cargado con las culpas de todos. En la carta de san Pablo que hemos escuchado durante la segunda lectura, hemos entendido la dinámica de este misterio. "Cristo se despojó de su rango (de Dios) y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de Cruz". A través de la fuerza expresiva de un relato entrañable, Marcos -el evangelista de este año- nos ha contado la Pasión y Muerte de Cristo Jesús. Las tres lecturas nos muestran así, la profundidad del dolor de Cristo, la seriedad de su camino a la cruz y a la muerte. El salmo nos ha hecho escuchar la exclamación angustiada que el Evangelio pone en labios de Jesús, en la cruz: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» (Salmo 21). Es la expresión de la soledad y el dolor de un moribundo, que se siente olvidado incluso por Dios. Cristo se ha solidarizado con nuestra condición humana, hasta la profundidad de la misma muerte.
Hay también un tono de esperanza El Siervo de Yahvé es animado en la fidelidad a su difícil misión porque se siente apoyado por Dios: "Mi Señor me ayudaba... y sé que no quedaré avergonzado". El cántico de Pablo, después de describir la muerte, termina gozoso, afirmando que Dios "lo levantó sobre todo, y le concedió el nombre sobre todo nombre... para que toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre".
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