Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.
N.º 12 • V DOMINGO DE CUARESMA, Ciclo B
21 de Marzo de 2021
Fundada el 4 de junio de 1930. Registro postal: IM14-0019, impresos depositados por sus editores o agentes. INDA-04-2007-103013575500-106
L
Aprendió a obedecer sufriendo
a Cuaresma sigue siendo un tiempo de esperanza, de gracia; tiempo para recomponer las relaciones con Dios y con el prójimo; y esto se llevará a cabo si primero nos reconciliamos con nosotros mismos, y nos ponemos en paz con Dios. Estamos a una semana de iniciar la Semana Santa, Jesús nos invita a conocer sus sentimientos antes del inicio de su Pasión. Dice la Carta a los Hebreos: «aprendió a obedecer...», luego el Evangelio insistirá en la comparación: «si el grano de trigo no muere, no da fruto». En las lecturas de este domingo cuaresmal, se recuerdan de manera singular, como con sonido de fiesta, las palabras del profeta Jeremías, que son al mismo tiempo un canto al perdón y a la esperanza. Esta parte de las profecías tiene un sabor inconfundible, estos capítulos de Jeremías se conocen como el Libro de la consolación. Dios quiere recomenzar de nuevo con su pueblo, propone una "nueva alianza" que genere relaciones nuevas entre Dios y su pueblo. Dios es el primero que quiere olvidar nuestra maldad e iniciar relaciones nuevas.
no conocer tal o cual ley, que algún mandamiento no puede cumplirse, porque los demás están de acuerdo en que no es posible llevarlo a cabo: se vive de tal forma, que permanecemos en una cultura de muerte. La Pasión de Jesús es, en este sentido, toda una osadía; muere para darnos vida. Y todo para que no se ignore la Ley de Dios, escrita en los corazones. Son las típicas "paradojas" del Evangelio: "perder" la vida por amor es la forma de "ganarla" para la vida eterna; morir a sí mismo es la verdadera manera de vivir –aunque el mundo tenga otras reglas, dar la vida es la mejor forma de recibirla–. Entrar en este misterio es la única manera de que Dios olvide nuestros pecados.
El que quiera servirme, que me siga El verdadero seguimiento de Jesús, es abandonar nuestras envidias y ofrecer verdaderos frutos: el Señor cuenta una breve parábola, pero muy sugestiva. La semilla buena y la tierra preparada es una condición para dar fruto; por eso habla de que el grano de trigo que muere da mucho fruto. Esta brevísima parábola subraya la verdad fundamental del Evangelio entero: el amor tiene que perderse para poder dar fruto, morir a todos los egoísmos... cuando cada cual muere a sus propias envidas, es cuando el amor genera vida. Escribiré mi Ley en sus corazones Ahora ya no tenemos excusa de no conocer la forma de agradar a Dios. La conciencia genera en todos el milagro de conocer el bien y el mal; en ocasiones se simula
1