Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.
N.º 08 • VII DOMINGO ORDINARIO, Ciclo C
20 de Febrero de 2022
Fundada el 4 de junio de 1930. Registro postal: IM14-0019, impresos depositados por sus editores o agentes. INDA-04-2007-103013575500-106
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Ser cristianos como Cristo
l Evangelio de hoy nos trae uno de los muchos pasajes que quieren enseñarnos a ser discípulos de Jesús, a ser cristianos. Las palabras de hoy son llamativas e impactantes: “Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te robe la capa, dale también la túnica…” El Evangelio no es un mensaje de renuncia, sino una buena noticia de vida, de fraternidad, de justicia... la renuncia viene después (como primero es el hijo y luego el cariño que se le tiene, y luego viene hacer lo que sea necesario por ese hijo). Pretende que asimilemos la buena noticia de un Dios que es Padre, de un Dios que es Hijo y hermano nuestro, de un Dios que es Espíritu que nos guía por esta vida. Lo demás son ayudas para facilitarnos la comprensión de cómo debemos actuar si queremos ser coherentes con esa fe. Aunque, normalmente, si tenemos fe, necesitamos más bien poco que nos digan cómo actuar (como la madre que quiere a sus hijos apenas necesita que le enseñen a entregarse a ellos). Ya lo decía San Agustín: “Ama y haz lo que quieras". También podría haber dicho: “Obra con fe y seguro que
obras bien”. Y si no hay, en primer lugar, esa fe, el Evangelio de hoy sobra, está de más; mejor aún, sin tener previamente esa fe, el texto de hoy es absurdo; se podría decir que es incluso inhumano. Este texto no nos puede llevar a la fe; este texto es para alguien con fe. O, al menos, para alguien con la mente lo suficientemente abierta como para dejarse interpelar por algo aparentemente absurdo y sin sentido (entonces sí que puede ser camino a la fe). Intentar que alguien no creyente entienda esta página por las buenas es tarea imposible; o alguien cuya fe es rito y cumplimiento, lo mismo. A lo más, en su buena voluntad, aceptará qué es lo que Dios quiere y obedecerá sin entender (si es que aún queda gente así). Pero Dios quiere hombres cabales, no máquinas obedientes. Este texto ayuda, a quien tiene fe, a profundizar en el estilo de vida del creyente, en sus exigencias; pero siempre sin perder de vista que lo nuestro, por encima de todo, es amar a Dios como a nuestro Padre y al prójimo como a nuestro hermano. Todo lo demás tiene que salir de ahí.
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