Hoja Parroquial - 9 de Febrero de 2014 - Num. 6

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N.º 6 • V D o m i n g o O r d i n a r i o . C i c l o A

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• 9 de Febrero de 2014 •

El escándalo de la CARIDAD

uego de las Bienaventuranzas, que inician el Sermón de la Montaña, de acuerdo a como los estudiosos han llamado esta parte del Evangelio de san Mateo, Jesús presenta para qué están presentes sus seguidores, sus discípulos, los cristianos, en el mundo. Lo más importante de la enseñanza del Maestro, que consideró el autor sagrado, éste lo ha colocado en lo que escuchamos hoy y vamos a seguir leyendo en los próximos domingos. Es también lo más exigente, lo que, radicalmente y sin tapujos, distingue al verdadero discípulo. Porque Dios no nos hizo para ser adorno ni cosa superficial en el Universo ni en la Humanidad. Los creyentes, o influimos positivamente en el mundo y somos sal de la Tierra, o no somos nada, nos perdimos en el abismo, posiblemente, no sólo de la indiferencia, la apatía y la indolencia, sino en el de la mediocridad. Cristianos que no pesan su palabra en ningún lado. Da lo mismo si están o no están. No hacen nada. Qué luz del mundo ni qué nada. Qué sal de la Tierra, ni qué nada. Nadie les hace caso. Ni tienen expresión ni llaman la atención por su testimonio. Perdidos.

Pero… Mas para los que sí aceptan este reto del Señor, de ser productivos y felices en este mundo, que

sí ‘le entran’ a ser sal de la Tierra, el camino y la respuesta, la leemos en la Primera Lectura de este domingo. La caridad es la mejor y la influencia de mayor peso. No puede ser más clara: «Comparte tu pan con el hambriento, abre tu casa al pobre sin techo, viste al desnudo, y no des la espalda a tu propio hermano… Cuando renuncies a oprimir a los demás, y destierres de ti el gesto amenazador y la palabra ofensiva». Y éste es el mejor testimonio, la mejor prueba de que estamos en el mundo para transformarlo («Entonces, surgirá tu luz como la aurora… brillará en las tinieblas»). La caridad todos la contemplan y todos quieren seguirla, aunque en la práctica no todos se atrevan. Y, además, será premiada: «Cicatrizarán de prisa tus heridas… y la gloria del Señor cerrará tu marcha».

Jesucristo crucificado Por eso, san Pablo, en la Segunda Lectura, rechaza la palabra hueca, aunque sea dicha con elocuencia. Lo que de verdad puede mover al mundo (y a cada uno) en sentido positivo, es la caridad fraterna, llevada a lo máximo de su expresión, en la presencia visible de Dios, su Hijo Jesús, y éste, como señala el apóstol, crucificado, manifestación sublime de una entrega plena de amor.

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