XXXIV Domingo Ordinario, Ciclo C 23 de noviembre de 2025

Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.
NO. 47
Fundada el 4 de junio de 1930. Registro postal: IM14-0019 INDA-04-2007-103013575500-106
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Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.
Fundada el 4 de junio de 1930. Registro postal: IM14-0019 INDA-04-2007-103013575500-106





El sentido de la fiesta de Cristo Rey del Universo no es una proclamación de poder triunfalista, sino una celebración hondamente cristiana. En este último domingo del año litúrgico, celebramos la Solemnidad de Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo. ¿Cómo llega Jesucristo


a ser nuestro “rey” y el “rey del universo”?
Un rey diferente
Reconocer la realeza de Jesús no es fácil cuando Jesús es presentado como un hombre humillado, abatido, crucificado y muerto.
¿Es posible que los hombres advirtamos que el que así fue tratado es el que nos lleva a la felicidad, a la vida...?
Jesús no puede ser auténticamente comprendido más que a partir del momento en que es visto en la cruz, expresa también el pensamiento de Lucas. Por eso, cuando Jesús es crucificado, juntamente lo es su Reino. Las autoridades y el pueblo hacen muecas de desagrado, los soldados se burlan, el letrero dice sarcásticamente: “Éste es el Rey de los judíos”. Entonces y ahora, el triunfo es la señal del poder y de la realeza.
Solamente hay un personaje, digno de la página de sucesos, por su marginación, insignificancia y mal vivir, que reconoce que Jesús, “amando hasta la muerte, no ha hecho nada absurdo” y, por lo tanto, entiende la realeza de Jesús: la del amor, que nunca falla, frente a la del poder, que para que no falle se ha de convertir casi siempre en obsesión y opresión.
A quien ha entendido, Jesús le dice el secreto de su realeza: hoy ya estás conmigo en el paraíso, en el Reino.
Sin espectáculo
Si queremos llamarnos -y sercristianos, tendremos que admitir su Reino tal y como Él lo presentó y lo vivió; por muy incomprensible que nos resulte el hecho de que Jesús no actuase como a nosotros nos hubiese gustado, como nosotros suponíamos que debería actuar. Su estilo de Reino, para vivirlo, no hace falta esperar a un triunfo espectacular y poderoso de Dios, basta comprender y realizar el amor a los débiles y pequeños hasta la muerte.




De pie
Dios todopoderoso y eterno, que quisiste fundamentar todas las cosas en tu Hijo muy amado, Rey del universo, concede, benigno, que toda la creación, liberada de la esclavitud del pecado, sirva a tu majestad y te alabe eternamente. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
LECTURA
Del segundo libro de Samuel 5, 1-3




Sentados
En aquellos días, todas las tribus de Israel fueron a Hebrón a ver a David, de la tribu de Judá, y le dijeron: “Somos de tu misma sangre. Ya desde antes, aunque Saúl reinaba sobre nosotros, tú eras el que conducía a Israel, pues ya el Señor te había dicho: ‘Tú serás el pastor de Israel, mi pueblo; tú serás su guía’ “.
Así pues, los ancianos de Israel fueron a Hebrón a ver a David, rey de Judá. David hizo con ellos un pacto en presencia del Señor y ellos lo ungieron como rey de todas las tribus de Israel. Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 121


Sentados
De la carta del apóstol san Pablo a los colosenses 1, 12-20


Sentados
Hermanos: Demos gracias a Dios Padre, el cual nos ha hecho capaces de participar en la herencia de su pueblo santo, en el reino de la luz.
Él nos ha liberado del poder de las tinieblas y nos ha trasladado al Reino de su Hijo amado, por cuya sangre recibimos la redención, esto es, el perdón de los pecados.
Cristo es la imagen de Dios invisible, el primogénito de toda la creación, porque en él tienen su fundamento todas las cosas creadas, del cielo y de la tierra, las visibles y las invisibles, sin excluir a los tronos y dominaciones, a los principados y potestades. Todo fue creado por medio de él y para él.
Él existe antes que todas las cosas, y todas tienen su consistencia en él. Él es también la cabeza del cuerpo, que es la Iglesia. Él es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que sea el primero en todo.
Porque Dios quiso que en Cristo habitara toda plenitud y por él quiso reconciliar consigo todas las cosas, del cielo y de la tierra, y darles la paz por medio de su sangre, derramada en la cruz. Palabra de Dios.
ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO Mc 11, 9. 10
R. Vayamos con alegría al encuentro del Señor. R. Aleluya, aleluya
¡Qué alegría sentí cuando me dijeron: “Vayamos a la casa del Señor”! Y hoy estamos aquí, Jerusalén, jubilosos, delante de tus puertas.
R. Vayamos con alegría al encuentro del Señor
A ti, Jerusalén, suben las tribus, las tribus del Señor, según lo que a Israel se le ha ordenado, para alabar el nombre del Señor.
R. Vayamos con alegría al encuentro del Señor
Por el amor que tengo a mis hermanos, voy a decir: “La paz sea contigo”. Y por la casa del Señor, mi Dios, pediré para ti todos los bienes.
R. Vayamos con alegría al encuentro del Señor.
¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Bendito el reino que llega, el reino de nuestro padre David! R. Aleluya.

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 23, 35-43




Cuando Jesús estaba ya crucificado, las autoridades le hacían muecas, diciendo: “A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el elegido”.
También los soldados se burlaban de Jesús, y acercándose a él, le ofrecían vinagre y le decían: “Si tú eres el rey de los judíos, sálvate a ti mismo” Había, en efecto, sobre la cruz, un letrero en griego, latín y hebreo, que decía: “Este es el rey de los judíos”.
Uno de los malhechores crucificados insultaba a Jesús, diciéndole: “Si tú eres el Mesías, sálvate a ti mismo y a nosotros”. Pero el otro le reclamaba, indignado: “¿Ni siquiera
temes tú a Dios estando en el mismo suplicio? Nosotros justamente recibimos el pago de lo que hicimos. Pero éste ningún mal ha hecho”. Y le decía a Jesús: “Señor, cuando llegues a tu Reino, acuérdate de mí”. Jesús le respondió: “Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso”. Palabra del Señor.
DE LA COMUNIÓN




De pie
Habiendo recibido, Señor, el alimento de vida eterna, te rogamos que quienes nos gloriamos de obedecer los mandamientos de Jesucristo, Rey del universo, podamos vivir eternamente con él en el reino de los cielos. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.




Gloria a Dios en el Cielo, y en la Tierra paz a los hombres que ama el Señor.
Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso Señor, Hijo único, Jesucristo.
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre. Amén


Enel año 325, se celebró el primer concilio ecuménico en la ciudad de Nicea, en Asia Menor. En esta ocasión, se definió la divinidad de Cristo contra las herejías de Arrio: “Cristo es Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero”. 1600 años después, en 1925, Pío XI proclamó que el mejor modo de que la sociedad civil obtenga “justa libertad, tranquilidad y disciplina, paz y concordia” es que los hombres reconozcan, pública y privadamente, la realeza de Cristo.
“Porque para instruir al pueblo en las cosas de la fe, mucha más eficacia tienen las fiestas anuales de los sagrados misterios que cualesquiera enseñanzas, por autorizadas que sean, del eclesiástico magisterio e instruyen a todos los fieles cada año y perpetuamente; penetran no solo en la mente, sino también en el corazón, en el hombre entero” (Encíclica Quas primas, 11 de diciembre de 1925).
La fecha original de la fiesta era el último domingo de octubre, esto es, el domingo que inmediatamente antecede a la festividad de Todos los Santos; pero con la reforma de 1969, se trasladó al último domingo del Año Litúrgico, para subrayar que Jesucristo, el Rey, es la meta de nuestra peregrinación terrenal.

Creo en Dios, Padre todopoderoso, Creador del Cielo y de la Tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos; al tercer día, resucitó de entre los muertos, subió a los Cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén
Padre, ¿es malo invocar a los muertos?
En cierta ocasión, una señora mayor me preguntó: “Padre, ¿es malo invocar a los muertos? Porque una vecina me dijo que si yo tenía necesidad de comunicarme con un difunto, que ella conocía una persona que se dedicaba a eso, y que ella me podría ayudar; yo le dije que ese tema no me interesaba, y también le dije que, según yo, tenía entendido que ese tipo de prácticas estaba prohi-
bido por la Iglesia; ella me dijo que no, que la Iglesia las permitía, pero no le creí, aunque me quedó la duda, por eso mejor quise venir a preguntar”. Yo le respondí: “Invocar el alma de un difunto para comunicarse con él es un pecado. Según la enseñanza de la Iglesia, invocar a los muertos, en el sentido de buscar comunicación directa con ellos a través de medios como sesiones espiritistas, ouija o similares, se considera un acto pecaminoso”.
Según la enseñanza de la Iglesia, invocar a los muertos en un intento de comunicarse con ellos o buscar su consejo
a través de prácticas ocultas es considerado pecaminoso y contrario a la fe cristiana. Los fi eles son llamados a confi ar en Dios y a buscar su guía a través de medios legítimos como la oración, los sacramentos y la consulta con la enseñanza de la Iglesia.
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