Parroquial Hoja
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N.º 5 • Domingo IV Ordinario / Ciclo C
• 3 de Febrero de 2013 • Fundada el 4 de junio de 1930. Registro postal: IM14-0019, impresos depositados por sus editores o agentes. INDA-04-2007-103013575500-106
Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.
La arriesgada misión del profeta
n el Evangelio de este domingo, Jesús se presenta como Profeta: y por ello le contradicen, le sacan de la sinagoga y casi le despeñan desde la montaña. Su misión es la de predicar oportuna e inoportunamente la Palabra de Dios. Jesús, el Profeta definitivo, pronuncia la Palabra de Dios, una palabra que no es agradable a sus conciudadanos, y empieza a ser signo de contradicción. Unos piensan que es un hombre cualquiera (el hijo del carpintero), otros se sienten ofendidos por unas palabras nada halagadoras pronunciadas por el nuevo Profeta. Es que la Palabra de Dios no siempre cae bien; denuncia, quema. Pero al fin triunfa: «Yo estoy contigo para librarte» (Jeremías). Jesús, conducido hasta el barranco de la montaña (predicción del Calvario), se abre paso libremente por entre los enemigos (Resurrección).
Una Iglesia no profética es la que se acomoda a los valores del mundo, la que no inquieta, la que no molesta, la que halaga (sobre todo a los poderosos); en definitiva, la que no es sal ni luz. No es esta Iglesia instalada, la Iglesia de Jesús. El creyente es arriesgado, combate en la lucha de la fe y del Evangelio, y lo hace a sabiendas de que va contracorriente en una sociedad que desea bienestar, poder, placeres, que no son los valores del Reino, del Evangelio. El amor es lo más grande El profeta cristiano no es un denunciador amargado y resentido (a veces ciertas denuncias proféticas parecen manifestar este carácter): el cristiano
es alguien que sabe y practica que “el amor es lo más grande”, por encima de la fe y la esperanza. Por esto el creyente, siempre y en toda ocasión, es comprensivo, servicial, no tiene envidia, no presume ni se engríe: disculpa sin límites, cree sin límites, espera sin límites. Podemos decir que el profeta cristiano es un hombre no-violento; si fuese violento no sería ya cristiano. La Segunda Lectura de Pablo a los Corintios nos invita a conjugar la denuncia con el amor, la lucha con la esperanza y la paciencia. Un día, incluso, el don de profecía se acabará. El amor subsiste por siempre. En definitiva, ser profeta significa llamar a todos a vivir el amor.
Un pueblo de profetas La misión de Jesús no queda encerrada dentro de Israel. Es profeta destinado a todas las naciones, como deja entrever en la sinagoga de Nazaret: San Pablo, el maestro del Evangelista San Lucas, abandonará la sinagoga para dirigirse a los paganos. La misión profética de Jesús se comunica a la Iglesia, a todos los bautizados. Llevamos la Palabra de Dios en el corazón y en los labios. Y hemos dicho que esto es una tarea arriesgada. Porque no todos aceptan la Palabra de Dios. Creer resulta difícil, y el hombre hallará siempre una excusa para no hacerlo.
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