Hoja Parroquial #49- II ADVIENTO, Ciclo C- 5 de diciembre

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Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.

N.º 49 • II DOMINGO DE ADVIENTO, Ciclo C

5 de Diciembre de 2021

Fundada el 4 de junio de 1930. Registro postal: IM14-0019, impresos depositados por sus editores o agentes. INDA-04-2007-103013575500-106

Conversión

“¡P

es acción correcta

reparen el camino del Señor!” Dios no habla para que todo siga igual sino para que todo cambie, para que cambie el hombre y el mundo. Para que el hombre se convierta, para que el mundo se transforme. Dios habla para que el hombre vire, vuelva su rostro a la Promesa, se oriente hacia el reinado de Dios que se acerca, que está viniendo cuando el hombre escucha. Donde hay una promesa nace una esperanza. Donde Dios pronuncia su Palabra, que es promesa, nace la esperanza contra toda esperanza humana, la esperanza que no defrauda. Y la esperanza se hace camino, eleva los valles, allana los montes, endereza lo que está torcido, vence las dificultades. La Palabra de Dios, la Promesa, tiene una gran fuerza de movilización. La conversión, como conversión que es a la Promesa, es conversión hacia delante. No lamento d e l pasado, no resignación en el presente, no fijación estéril en nuestra miseria y en nuestras lágrimas. Es un cambio. El que tenga dos túnicas que dé una, el que cobra los impuestos que cobre sólo lo justo, el soldado que se contente con su sueldo y no haga extorsión a nadie... Convertirse es pasar a la acción para que todo sea y se haga como debe hacerse. Para que haya igualdad, para que haya justicia, para que desaparezca la violencia en el mundo. Porque todas estas cosas es preparar los caminos a lo que ha de venir, al cumplimiento

de la Promesa, al reinado de Dios que se acerca. Convertirse es vivir contando con la Providencia, sin que esto quiera decir que seamos tontos, sino, sencillamente, que vivimos sabiendo que un día sigue al otro y que puede el granero lleno ser no para nosotros, sino para "nuestro sucesor". Convertirse es ser un buen profesional, un padre espléndido, un hijo bueno, un esposo fiel en los momentos gozosos y en los que no lo sean tanto; es ser amigo verdadero; es pasar por la vida siendo eco, aunque palidísimo, de Aquel de quien se dijo que "pasó haciendo el bien". Convertirse es ser un honesto hombre de negocios, es dar a todos los que en justicia corresponde, es ver en los que trabajan hombres y mujeres concretos y no piezas al servicio de un plan de producción. Convertirse es apostar por la realidad del Reino de Dios, un Reino que está dentro de nosotros mismos, pero no en el sentido de que tiene que ser un Reino de intimidad, sino en el que debe abarcar nuestra vida entera, comprometiéndonos totalmente, sin dicotomías entre religión y vida. Eso y mucho más es convertirse con el Evangelio en la mano. Es muy difícil conseguirlo, sinceramente. Pero habrá que intentarlo si no queremos, un año más, pasar de largo junto a ese Cristo que se anuncia y que es capaz de convertir el destierro en gozo.

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