Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.
N.º 48 • I DOMINGO DE ADVIENTO, Ciclo C
28 de Noviembre de 2021
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Sin perder de vista al que viene
on la festividad de este día, primer domingo de Adviento, año nuevo del calendario de la Iglesia católica, nuestra vida de fieles vive un doble evento: la espera de la venida de Cristo en la carne (la Navidad) y en la gloria (el Juicio Final). Doble evento, sí, pero una sola esperanza. La espera y la esperanza cristianas tienen como centro a Cristo. Se trata de dos manifestaciones favorables porque están en la base de nuestra salvación: la debilidad del pobre Niño en el pesebre y la potencia y gloria de quien tiene a sus “enemigos bajo el estrado de sus pies”. La primera comunidad cristiana vivió en la tensión entre las dos venidas del Señor, cuya parusía era considerada inminente. La Iglesia nos invita a vigilar, estando atentos a no pecar, ayudados por la oración incesante y una vida irreprensible. Característica del Adviento, en todo su desarrollo, es la espera en el recogimiento. La ausencia del himno del Gloria, las vestiduras moradas y el uso abundante de lecturas de los libros proféticos son las peculiaridades que nos marcarán el camino de este tiempo. Por ejemplo, hoy leemos que el profeta Jeremías invita a
los habitantes de Jerusalén y de Judá a colocar su propia esperanza en Dios, pues sólo Él es fiel. ¿Por qué la Iglesia nos hace reflexionar en el fin del mundo al inicio del Adviento? Este primer domingo del tiempo de Adviento, el pasaje evangélico nos pone atentos ante el peligro de relajarnos en lo cotidiano. Es necesario estar vigilantes, en oración y pedir fuerza, puesto que todo trabajo terreno pudiera distraernos e impedirnos vivir la espera gozosa del Señor, cuya venida es vida nueva y misericordia. Existe una diferencia abismal entre los profetas de desventuras y Jesús, profeta de salvación. Es propio del género literario apocalíptico describir escenarios de miedo, y el texto evangélico de este domingo no escapa a esta regla. Pero Jesús se apresura a proponer un antídoto al miedo, la angustia, la turbación interna; el antídoto es acercarse a Él, no perderlo de vista, estarle muy cercanos. El pasaje evangélico presentado hoy es de San Lucas; nos propone meditar en el final de los tiempos. Es en el Hijo del hombre hacia quien se orienta nuestra mirada, levantando la cabeza, con ánimo lleno de esperanza, puesto que nuestra liberación se acerca. San Lucas nos presenta dos elementos: Jesús mismo y su regreso, y nuestro encuentro personal con Él. Seamos dóciles al Espíritu Santo en este tiempo de preparación. Encendamos nuestra vigilancia, nuestra esperanza y nuestra oración. Atentos al desánimo espiritual y a la tibieza espiritual, ¡el Adviento es tiempo de vigilancia! Atentos a los cambios negativos en nuestra vida, procuremos cambiar en positivo, ¡el Adviento es tiempo de esperanza! Atentos porque a veces tenemos la impresión de que el mal es más fuerte que el bien o de que el odio prevalece sobre el amor; por ello, necesitamos oración continua a Cristo, el Hombre nuevo, ¡el Adviento es tiempo de oración! Feliz tiempo de Adviento.
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