Hoja Parroquial #45- XXXII Ordinario, Ciclo B- 7 de noviembre

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Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.

N.º 45 • XXXII DOMINGO ORDINARIO, Ciclo B

7 de Noviembre de 2021

Fundada el 4 de junio de 1930. Registro postal: IM14-0019, impresos depositados por sus editores o agentes. INDA-04-2007-103013575500-106

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Más que todos

n poco de harina y un poco de aceite no son gran cosa en sí, pero representan mucho para quien no tiene más. Representan la vida. Y aquella mujer -viuda- dio a Elías su harina y su aceite -toda su harina y todo su aceite-; aquella mujer -viuda- dio a Elías toda su vida. Dos moneditas son poca cosa en sí, pero son mucho para quien no tiene nada más. Y aquella mujer -viuda- de que nos habla el Evangelio, no tenía más que las dos moneditas que echó en la alcancía del templo, por eso Jesús dijo de ella: “Yo les aseguro que esa pobre viuda ha echado en la alcancía más que todos; (porque) ha echado todo lo que tenía para vivir”. En contraste con la dádiva de la viuda, el Evangelio habla de la limosna de los ricos: “muchos ricos daban en abundancia”. El contraste se da primero en la can-

tidad: “Dos moneditas de muy poco valor” de la viuda frente al “dar en abundancia” de los ricos; y el contraste se da después en la apreciación de Jesús: “Esa pobre viuda ha echado en la alcancía más que todos; porque unos dan de lo que les sobra, en cambio… Además Un “además” que no es ocurrencia de nosotros, sino que es sugerencia por el mismo Evangelio. La historia de las limosnas viene en el Evangelio después -inmediatamente- de que Jesús ha denunciado a los que “se echan sobre los bienes de las viudas”, lo cual nos obliga a pensar en un “además”. Un además que podría concretarse así: la limosna de los ricos es menos agradable -o hasta desagradable, quizás- a los ojos De Dios, no solo porque ellos (los ricos) dan de lo que les sobra, sino porque -tal vez- lo que los ricos dan pudiera tener un origen injusto: el despojo de los pobres. Como Dios En esto de dar, el ejemplo es Dios; debemos aprender de Él. Dios da su riqueza. De una riqueza que es suya propia, que no está contaminada por la injusticia, que Él no adquirió en el despojo de nadie. De su riqueza, Dios da. Dios da en abundancia. Dios da: la inmensidad del universo, la belleza y el orden de la creación, los dones de gracia y de naturaleza para el hombre… Porque “Él abre la mano y sacia a todo viviente a su placer”. Dios da sin esperar nada a cambio. Porque nadie puede dar a Dios nada a cambio de lo que Dios le haya dado. Porque si es verdad que “los cielos proclaman la gloria De Dios”, esa gloria es de Dios desde siempre y nadie puede añadir nada, solo descubrirla; por eso decimos en uno de los prefacios de la Misa: “aunque nuestras bendiciones no aumenten tu gloria, nos aprovechan para nuestra salvación”. Dios nos enseña a dar. Él sí que ha dado más que los demás. Aprendamos de Él.

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