Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.
N.º 45 • XXXII DOMINGO ORDINARIO, Ciclo C
6 de Noviembre de 2022
Fundada el 4 de junio de 1930. Registro postal: IM14-0019, impresos depositados por sus editores o agentes. INDA-04-2007-103013575500-106
No es Dios de muertos, sino de vivos
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n el Evangelio de hoy, con la respuesta de Jesús a los saduceos, nos presenta la fe en el más allá. Los saduceos, de los que el Evangelio habla pocas veces, pertenecían a las clases altas de la sociedad. No creían en la otra vida ni en la resurrección, y le plantearon a Jesús una pregunta capciosa que parece ridiculizar toda la perspec�va, basándose en la famosa "ley de levirato", por la que el hermano del esposo debe casarse con la viuda si ésta no ha tenido descendencia: ¿de quién será esposa en el cielo una mujer que se ha casado sucesivamente con siete hermanos? La pregunta no es importante. La respuesta de Jesús, sí. Les dice, ante todo, que en la otra vida el matrimonio no tendrá como finalidad la procreación, porque allí la humanidad no necesita renovarse, porque todo es vida y no hay muerte. Y, sobre todo, les asegura que los que "han sido juzgados dignos de la vida futura, son hijos de Dios y par�cipan en la resurrección, porque Dios es Dios de vivos". No explica cómo es la otra vida (ciertamen-
te, resucitar no significará volver a la vida de antes, sino entrar en una nueva realidad). Lo que sí nos dice es que nuestro des�no es la vida, no la muerte. Un des�no de hijos, llamados a vivir de la misma vida de Dios, y para siempre, en la fiesta plena de la comunión con Él.
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