Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.
N.º 42 • XXVIII DOMINGO ORDINARIO, Ciclo A
15 de Octubre de 2023
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Estar con Dios es una fiesta
La Es un festín abundante Desde la Primera Lectura entendemos, y más en el Evangelio, que Dios no se anda con pichicaterías. La fiesta que nos �ene preparada, permanentemente, no sólo �ene can�dad, sino también y, sobre todo, calidad. No es una fiesta e�mera, pasajera, intrascendente, temporal, lisonjera, sino que es una fiesta que responde a los anhelos más profundos y más sensibles de la persona, de toda persona. Por lo tanto, no �ene nada que ver con el consumismo, el hedonismo, pasársela bien un rato, hartarse de cosas que luego vamos a desechar, etc. Es un fes�n abundante porque estar con Dios es nutrirse de lo fundamental, de lo que verdaderamente importa para nuestra vida. De los demás, sabremos qué podemos dejar a un lado. Estar con Dios es una fiesta porque llena el corazón del hombre, porque lo hace feliz, porque se encuentra con su Creador y las criaturas. Es una fiesta para todos Los hombres de todos los �empos, de toda cultura, lengua, raza o nación; de todo estrato económico y académico, están invitados a par�cipar. Nadie queda excluido por an�cipado. No hay lugares VIP. Todos pueden tener un espacio privilegiado. Algunos rechazan esta invitación. Incluso se pueden burlar
de la fiesta, y hasta ridiculizarla, porque se creen muy ‘intelectuales’. Otros no saben de qué se trata y, quizás, por esto, no la aceptan. Otros ponen pretextos para no acudir, por diferentes razones, ya sea por falta de compromiso, porque no quieren limpiar el traje de su existencia. O porque piensan que hay asuntos más importantes qué atender. Otros mienten, dicen que van a ir, que ahí están, pero no es verdad. No se animan a par�cipar porque implica llevar un traje de fiesta, que es haber dejado a un lado lo que les hace daño para su vida, pero no se animan a dejarlo. Prefieren no asis�r. Pero eso sí, aquí no hay discriminación. No par�cipa el que no quiere par�cipar. Es una fiesta completa En este agasajo se llena el cuerpo y se llena el alma. Pero no se llena el cuerpo con placeres inocuos e intrascendentes; ni con hartazgos que conducen al vómito, ni con sensaciones que pasan pronto y te dejan vacío. Se llena el cuerpo de energía, de vida, de trascendencia. Se llena el cuerpo de la palabra de su Señor, de una paz que no se consigue en otro lado. Es una fiesta que descansa. Además, no solo produce alegría y paz, sino que también quita la tristeza y todo lo que daña el alma. Enjuga las lágrimas, si es necesario.
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