ser enumerado entre las autoridades o los expertos de la Ley y los Profetas. Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.
IV Domingo Ordinario, Ciclo B
28 de enero de 2024
NO. 4
Les enseñaba como quien tiene autoridad
J
esús comienza su ministerio anunciando el Evangelio del Reino de Dios. Se tiene un reino cuando hay un pueblo gobernado por una autoridad soberana que ejercita su poder por medio de la ley. Dios es santo y ejercita su dominio por medio de la potencia del Espíritu Santo; su única ley es la del amor. Vive en el Reino de Dios quien, en la libertad del amor, se somete a la acción potente de su Espíritu, que es “Señor y dador de vida”.
Todos se preguntaban: “¿de dónde le viene esa sabiduría?”. Los maestros se las habían visto duras con el estudio, los exámenes, la lenta y fatigosa escalada de grados jerárquicos para conquistar, quizá, una cátedra en las sinagogas. Y viene Jesús, un cualquiera para ellos, que no tenía parientes famosos, y de improviso dispensa gratuitamente consejos, enseñanzas, doctrina… Jesús sana
Tiene autoridad Jesucristo, pues, inicia su misión instaurando el reino de Dios con autoridad. De hecho, la frase “enseñaba como quien tiene autoridad” la encontramos dos veces en el breve pasaje evangélico que se nos propone para la reflexión y la oración este domingo. Evidentemente, la calidad de la enseñanza de Jesús era muy diversa de la de los escribas, con la cual la gente estaba acostumbrada. En efecto, el Señor no pertenecía a la categoría de los escribas, no había seguido el currículo escolar ordinario en la escuela de los fariseos. En aquellas épocas, quien deseaba convertirse en un escriba, es decir, en un experto en las Sagradas Escrituras, se ponía al servicio de un ra-
Podremos, entonces, imaginar cuánto dolía a los sumos sacerdotes, los jefes religiosos y a los escribas, la autoridad que la gente reconocía en el hijo de María y del carpintero.
bino-maestro acreditado por las autoridades religiosas. Jesús no había acudido a recibir esa enseñanza especialísima; no era un rabino ni un maestro porque no poseía los requisitos prescritos para 1
Y, por si fuera poco, este Jesús da órdenes a los espíritus impuros y a los demonios y estos le obedecen porque lo conocen y le temen. Con la curación del hombre poseído por un espíritu impuro, el evangelista Marcos da inicio al relato de la actividad pública de Jesús, e introduce la interrogación fundamental que está a la base del Evangelio: “¿Quién es Jesús?”. Dos respuestas se ofrecen inmediatamente con claridad: es Maestro y Médico, Jesús enseña y sana del mal. De frente a los innumerables espíritus impuros que tienen sujetos a hombres y mujeres de nuestro tiempo, existe la necesidad de que resuene el grito de Jesús: “¡Cállate, sal de él!”. Cada cristiano tiene el mismo desafío, ha llegado el tiempo de gritar el Evangelio para que se alejen los espíritus impuros que esclavizan hoy a tantos cristianos bajo el yugo de una cultura homologante y desacralizante, y crezca en cambio la nueva cultura del amor y de la paz.