Hoja Parroquial - 21 de Septiembre de 2014 - Num. 38

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N.º 38 • XXV DOMINGO TIEMPO ORDINARIO CICLO A • 21 de Septiembre de 2014 •

¡DIOS es gracia y misericordia!

L

a gracia y la misericordia de Dios son el sello incontrovertible e inequívoco de su presencia en medio de su pueblo. Se contraponen a la mentalidad religiosa judía de los tiempos de Jesús, mentalidad que tenía una visión de “quedar bien con Dios”; era y es la teología del mérito de decir: “yo merezco porque hago muchas cosas buenas”. Jesús se preocupó por predicar la teología de la gracia: Dios es, sobre todo, misericordioso. Quiere decir que la salvación no se alcanza solamente por méritos propios, sino por la misericordia que Dios concede, aunque no la merezcamos.

«Mis planes no son los de ustedes» Desde tiempos de Isaías, sobre todo en el llamado Libro de la Consolación,, Dios manifiesta la razón de su poder, que se consuma principalmente en la misericordia, a pesar de la desobediencia del pueblo y de sus dirigentes que se apartaron de Dios y no cumplieron la alianza. Dios no abandona a su pueblo. Ante la maldad del mismo, el profeta hace una invitación a la conversión: “Dios es misericordioso”.

aunque por su equivocada religiosidad haya cometido maldades. Jesús quiere ser misericordioso porque conoce de antemano las fatigas y sufrimientos de cada uno; también las debilidades que desbarrancan a no pocos en los abismos del pecado.

Una cartita amorosa Pablo, en los últimos días de su vida en la carta a los filipenses, muestra sus preocupaciones. Siente que algunos quieren abandonar la fe, y les recuerda: «Cristo será glorificado abiertamente en mi cuerpo, sea por mi vida o por mi muerte. Para mí, la vida es Cristo, y una ganancia el morir». Con Dios, todo es mejor, porque su misericordia es grande.

«¿Vas a tener envidia porque yo soy bueno?» Esta hermosa parábola de los trabajadores descontentos y el modo de actuar de Dios, no tiene una mentalidad utilitarista. Jesús experimentó controversias diferentes con las autoridades judías; razón: convivía con los indeseables, con personas de dudosa reputación: publicanos, enfermos, pecadores, mujeres, niños, también paganos. Su “pecado” fue convivir con los impuros que no lo merecían. Era inaceptable que unos recién llegados merecieran igual que los herederos de sangre de Israel, que tenían derecho a las promesas. No salva el cumplimiento exterior Jesús se rebela contra esta forma de juzgar a los demás por las apariencias, sin haber verdadera religiosidad, sólo ostentación. Los que así juzgan, hacen todo para que los mire la gente... Dios sí que conoce las intenciones del corazón, y sabe bien de las cosas buenas y malas que llevamos en él. Por eso está dispuesto a ofrecer misericordia a todo tipo de persona,

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