Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.
N.º 37 • XXIV DOMINGO ORDINARIO, Ciclo C
11 de Septiembre de 2022
Fundada el 4 de junio de 1930. Registro postal: IM14-0019, impresos depositados por sus editores o agentes. INDA-04-2007-103013575500-106
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La misericordia de Dios
l Evangelio de hoy, capítulo 15 de Lucas, está formado por las tres llamadas “parábolas de la misericordia”; va dirigido a los fariseos endurecidos y a los pecadores –descreídos o irreligiosos– que se arrepienten y piden perdón. Responde a un grave problema debatido en tiempos de Jesús: si ama Dios a los pecadores y a los paganos y cuáles son las exigencias para estar cerca de Dios. Las dos primeras parábolas, las de la oveja y la moneda perdidas, muestran que Dios ama a todos, sea cual sea su conducta; en cambio, los fariseos desprecian a los pecadores, porque éstos no observan la Ley. El hijo pródigo, en cuanto hombre sin Ley, pero sensible a lo injusto, es figura de pecadores y paganos; el hermano mayor endurecido, en cuanto hombre observante y escrupuloso, pero carente de misericordia, representa a los fariseos; y el padre misericordioso es, naturalmente, Dios, la figura principal de la parábola, seguido por la del hermano mayor y, finalmente, la del hijo pródigo. Los tres tienen actitudes distintas. El hijo menor reconoce su error (Dios es padre bondadoso), el hermano mayor condena a su hermano (Dios es juez vengativo), y el padre derrocha alegría con la acogida, el banquete y la fiesta (Dios es pura misericordia). Debemos preguntarnos: ¿Por qué nos identificamos con el hijo pródigo y no con el hermano mayor?, ¿es Dios para nosotros un Padre de misericordia?
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