Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.
N.º 34 • XXI DOMINGO ORDINARIO, Ciclo B
22 de Agosto de 2021
Fundada el 4 de junio de 1930. Registro postal: IM14-0019, impresos depositados por sus editores o agentes. INDA-04-2007-103013575500-106
Señor, ¿a quién iremos?
Tú tienes palabras de vida eterna
E
l texto con que se proclama el Evangelio de este domingo nos presenta a Jesús en diálogo con sus discípulos y sus apóstoles. El Maestro ha revelado una doctrina nueva, el misterio de la comunión con Él a través de la recepción de su Cuerpo y de su Sangre: «Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida; quien come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él» (Jn 6, 55-56). Sin embargo, no todos pueden comprender sus palabras y la falta de entendimiento les ocasiona escándalo: «Este modo de hablar es intolerable, ¿quién puede admitir eso?» (Jn 6, 60). Por lo que, a partir de ese momento, muchos dejaron de seguirle. Sin embargo, los doce apóstoles, ante la pregunta de Jesús («¿también ustedes quieren dejarme?»), reafirman su lealtad al Maestro, diciendo en boca de Pedro: «Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna» (Jn 6, 67-68). Aquí la verdadera cuestión de fondo es la fe en Cristo; por eso Jesús dijo a los discípulos disidentes: «las palabras que les he dicho son espíritu y vida, pero hay algunos de ustedes que no creen» (Jn 6, 64). Y, por eso, al final Pedro confiesa: «Nosotros creemos y sabemos que tú eres el santo de Dios» (Jn 6, 69). La fe es una virtud teologal que no solo implica creer en la existencia de Dios, sino también establecer una relación de compromiso con Él. Y qué fácil es creer cuando las cosas están cómodas, pero todo cambia cuando algo nos resulta difícil de entender o hacer. Ahí es cuando llega la hora del compromiso de fe para con Dios, es decir, la hora de permanecer fieles a Él sin echarse para atrás. Para ser buenos discípulos de Jesucristo debemos permanecer con Él, aún cuando lleguen las dificultades económicas o de salud, los desencantos o fracasos, más aún, cuando nos aborden conflictos por ser fieles
a los valores del Reino de Dios en medio de un mundo contrario al Evangelio.
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