Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.
N.º 30 • XVII DOMINGO ORDINARIO, Ciclo B
25 de Julio de 2021
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Cinco panes y dos peces
S
an Juan el evangelista nos presenta en el Evangelio de hoy el pasaje de la “Multiplicación de los Panes”. Cinco panes y dos peces suman siete, el número que indica la totalidad. El alimento es poco, pero es todo lo que tienen. Es lo que Jesús buscaba: compartir todo lo propio. Quizá resulte que hay más de lo que parece. Quizá en una sociedad concebida así, sea posible el milagro... porque Dios actúa y pone su parte cuando los hombres hemos hecho lo nuestro. No importa que nuestros medios sean muy pobres; lo que importa es que sean todos, Jesús hará lo demás. Sin hacer caso del pesimismo de sus discípulos, Jesús les dijo: "Díganle a la gente que se siente en el suelo". Tomó las provisiones que tenía el grupo y pronunció la bendición, como solía hacer el padre de una familia judía antes de las comidas para dar gracias a Dios por sus dones. Los gestos que realiza nos recuerdan la Última Cena, por lo que la tradición los consideró siempre como Eucarísticos. La oraciónbendición manifiesta su deseo de que, a través de los panes y de los peces, se realice lo que es el reino de Dios. Compartir todo lo que se tiene y todo lo que se es, es propio del reino. La acción de gracias de Jesús crea la abundancia, pero sin sustituir al hombre; su
colaboración es siempre necesaria. Hubo pan y pescado en abundancia para todos. Al compartir sería desterrado de la tierra, del mundo de los explotados y marginados, y surgiría la verdad definitiva de la vida. El día en que se libere el egoísmo humano, sobrará para cubrir las necesidades de todos los hombres, se realizará la liberación de los oprimidos, propia del reino de Dios. Es lo que quiere mostrarnos el relato: cuando ya ninguno de los presentes poseía alimento propio, por haberlo hecho de todos con la acción de gracias, se demostró que había más que suficiente. La solución no estaba únicamente en el prodigio de Jesús, sino en algo sencillo y elemental, al alcance de todos: en compartir los bienes de la creación, esos bienes que Dios ha dado para todos. Porque el signo de Jesús alimentando abundantemente a la multitud que lo seguía es fundamental, y así lo es compartir lo que se tiene y lo que se es, aunque eso que se tiene y se es parezca muy poca cosa. Aquí sólo había cinco panes y dos peces, pero esa pobreza compartida se convirtió en alimento de miles de personas, y sobró aún más de lo que había. Dios, en cada comunidad, multiplica lo que ésta posee al ponerlo a disposición de todos.
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