Hoja Parroquial #30- XVII DOMINGO ORDINARIO, Ciclo C-27 de julio de 2025

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XVII Domingo Ordinario, Ciclo C 27 de julio de 2025

Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.

NO. 30

Fundada el 4 de junio de 1930. Registro postal: IM14-0019 INDA-04-2007-103013575500-106

“Pidan y se les dará”

Probablemente las palabras de Jesús sobre la oración que escuchamos en este domingo no parezcan del todo verdaderas. Algunas veces la experiencia nos muestra lo contrario: quizá hemos tocado y nadie nos ha abierto, hemos pedido y no hemos recibido, hemos buscado y no hemos encontrado…

Dudas en nuestras peticiones

En efecto, la Palabra de Dios se comprende con la vida, así como la vida se entiende realmente con la Palabra divina, de modo que siempre hay que tener los dos hilos de la cuerda, la del vivir y la del creer.

Partamos del hecho de que no todas nuestras oraciones son satisfechas, ¿por qué, a veces, parece que Dios no nos escucha?

San Agustín intenta dar una explicación: “Quia mali, mala, male petimus”, porque somos malos (mali), porque pedimos cosas malas (mala) y porque pedimos mal (male petimus).

Primero: si no satisfacemos las necesidades que las personas

nos presentan, no podemos pretender que Dios satisfaga las nuestras; en el Padrenuestro rezamos “perdónanos como perdonamos”, y podemos parafrasear: “concédenos como concedemos”, “atiéndenos como atendemos”, “ayúdanos como ayudamos”, “alívianos como aliviamos”. No siempre somos buenos…

Segundo: La maldad en nuestro corazón seguramente nos hace pedir cosas que no son buenas a los ojos de Dios, sino a nuestros ojos; Jesús afirma que el Señor nos dará cosas buenas, pero no dijo que serán las que hemos pedido. ¿A quién no le ha sucedido que, por ejemplo, al pedir por la salud de una persona ésta no se alivia? Y, sin embargo, podemos decir que el Señor nos ha escuchado porque da siempre otras cosas buenas como amor, gozo, paz, mansedumbre, paciencia, fortaleza, dominio de sí, todos estos frutos del Espíritu Santo.

No solo de vez en cuando

Tercero: pedimos mal; la oración debe ser continua, perseverante… se ora no sólo de día, es decir, cuando brilla el sol de la fe y las circunstancias son favorables, sino también de noche cuando las luces están apagadas y nos sentimos abandonados en la aparente inutilidad de lo que hacemos.

Y así la oración comienza a ser verdadera. La oración bien hecha es cuando nuestro corazón obedece a Dios en todo… “Hágase tu voluntad”. Ésta es la oración que siempre es satisfecha, una flecha que siempre da en el blanco. Y es que nosotros no podemos pensar nada más grande, más eficaz y maravilloso, nada mejor para nosotros mismos que lo que Dios quiera pensar para nosotros, porque Él nos ama más de cuanto nosotros nos amamos y nos conoce más de lo que nosotros mismos podemos conocernos.

Señor Dios, protector de los que en ti confían, sin ti, nada es fuerte, ni santo; multiplica sobre nosotros tu misericordia para que, bajo tu dirección, de tal modo nos sirvamos ahora de los bienes pasajeros, que nuestro corazón esté puesto en los bienes eternos. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

PRIMERA LECTURA

Del libro del Génesis 18, 20-32

Sentados

En aquellos días, el Señor dijo a Abraham: “El clamor contra Sodoma y Gomorra es grande y su pecado es demasiado grave. Bajaré, pues, a ver si sus hechos corresponden a ese clamor; y si no, lo sabré”.

Los hombres que estaban con Abraham se despidieron de él y se encaminaron hacia Sodoma. Abraham se quedó ante el Señor y le preguntó: “¿Será posible que tú destruyas al inocente junto con el culpable? Supongamos que hay cincuenta justos en la ciudad, ¿acabarás con todos ellos y no perdonarás al lugar en atención a esos cincuenta justos? Lejos de ti tal cosa: matar al inocente junto con el culpable, de manera que la suerte del justo sea como la del malvado; eso no puede ser. El juez de todo el mundo ¿no hará justicia?” El Señor le contestó: “Si encuentro en Sodoma cincuenta justos, perdonaré a toda la ciudad en atención a ellos”.

Abraham insistió: “Me he atrevido a hablar a mi Señor, yo que soy polvo y ceniza. Supongamos que faltan cinco para los cincuenta justos, ¿por esos cinco que faltan, destruirás toda la ciudad?” Y le respondió el Señor: “No la destruiré, si encuentro allí cuarenta y cinco justos”.

Abraham volvió a insistir: “Quizá no se encuentren allí más que cuarenta”. El Señor le respondió: “En atención a los cuarenta, no lo haré”.

Abraham siguió insistiendo: “Que no se enoje mi Señor, si sigo hablando, ¿y si hubiera treinta?”

El Señor le dijo: “No lo haré, si hay treinta”.

Abraham insistió otra vez: “Ya que me he atrevido a hablar a mi Señor, ¿y si se encuentran sólo veinte?”

El Señor le respondió: “En atención a los veinte, no la destruiré”.

Abraham continuó: “No se enoje mi Señor, hablaré sólo una vez más, ¿y si se encuentran sólo diez?” Contestó el Señor: “Por esos diez, no destruiré la ciudad”. Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL

Del salmo 137

Sentados

R. Te damos gracias de todo corazón.

De todo corazón te damos gracias, Señor, porque escuchaste nuestros ruegos. Te cantaremos delante de tus ángeles, te adoraremos en tu templo.

R. Te damos gracias de todo corazón.

Señor, te damos gracias por tu lealtad y por tu amor: siempre que te invocamos, nos oíste y nos llenaste de valor.

R. Te damos gracias de todo corazón.

Se complace el Señor en los humildes y rechaza al engreído. En las penas, Señor, me infundes ánimo, me salvas del furor del enemigo.

R.Te damos gracias de todo corazón.

Tu mano, Señor, nos pondrá a salvo y así concluirás en nosotros tu obra. Señor, tu amor perdura eternamente; obra tuya soy, no me abandones.

R.Te damos gracias de todo corazón.

SEGUNDA LECTURA

De la carta del apóstol san Pablo a los colosenses 2, 12-14

Sentados

Hermanos: Por el bautismo fueron ustedes sepultados con Cristo y también resucitaron con él, mediante la fe en el poder de Dios, que lo resucitó de entre los muertos.

Ustedes estaban muertos por sus pecados y no pertenecían al pueblo de la alianza. Pero él les dio una vida nueva con Cristo, perdonándoles todos los pecados. Él anuló el documento que nos era contrario, cuyas cláusulas nos condenaban, y lo eliminó clavándolo en la cruz de Cristo. Palabra de Dios.

ACLAMACIÓN ANTES

DEL EVANGELIO Rom 8, 15

R. Aleluya, aleluya

Hemos recibido un espíritu de hijos, que nos hace exclamar: ¡Padre! R. Aleluya.

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 11, 1-13

Un día, Jesús estaba orando y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: “Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos”.

Entonces Jesús les dijo: “Cuando oren, digan: ‘Padre, santificado sea tu nombre, venga tu Reino, danos hoy nuestro pan de cada día y perdona nuestras ofensas, puesto que también nosotros perdonamos a todo aquel que nos ofende, y no nos dejes caer en tentación’ “.

También les dijo: “Supongan que alguno de 2

De pie
De pie

ustedes tiene un amigo que viene a medianoche a decirle: ‘Préstame, por favor, tres panes, pues un amigo mío ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle’. Pero él le responde desde dentro: ‘No me molestes. No puedo levantarme a dártelos, porque la puerta ya está cerrada y mis hijos y yo estamos acostados’. Si el otro sigue tocando, yo les aseguro que, aunque no se levante a dárselos por ser su amigo, sin embargo, por su molesta insistencia, sí se levantará y le dará cuanto necesite.

Así también les digo a ustedes: Pidan y se les dará, busquen y encontrarán, toquen y se les abrirá. Porque quien pide, recibe; quien busca, encuentra, y al que toca, se le abre. ¿Habrá entre ustedes algún padre que, cuando su hijo le pida pan, le dé una piedra? ¿O cuando le pida pescado le dé una víbora? ¿O cuando le pida huevo, le dé un alacrán? Pues, si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¿cuánto más el Padre celestial dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan?” Palabra del Señor

ORACIÓN DESPUÉS

DE LA COMUNIÓN

De pie

Habiendo recibido, Señor, el sacramento celestial, memorial perpetuo de la pasión de tu Hijo, concédenos que este don, que él mismo nos dio con tan inefable amor, nos aproveche para nuestra salvación eterna. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.

La esperanza en el Catecismo de la Iglesia Católica.

1817. La esperanza es la virtud teologal por la que aspiramos al Reino de los cielos y a la vida eterna como felicidad nuestra, poniendo nuestra confianza en las promesas de Cristo y apoyándonos no en nuestras fuerzas, sino en los auxilios de la gracia del Espíritu Santo. “Mantengamos firme la confesión de la esperanza, pues fiel es el autor de la promesa” (Hb 10,23).  “El Espíritu Santo que Él derramó sobre nosotros con largueza por medio de Jesucristo nuestro Salvador para que, justificados por su gracia, fuésemos constituidos herederos, en esperanza, de vida eterna” (Tt 3, 6-7).

1818. La virtud de la esperanza corresponde al anhelo de felicidad puesto por Dios en el corazón de todo hombre; asume las esperanzas que inspiran las actividades de los hombres; las purifica para ordenarlas al Reino de los cielos; protege del desaliento; sostiene en todo desfallecimiento; dilata el corazón en la espera de la bienaventuranza eterna. El impulso de la esperanza preserva del egoísmo y conduce a la dicha de la caridad.

GLORIA

Gloria a Dios en el Cielo, y en la Tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso Señor, Hijo único, Jesucristo.

Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre. Amén

P FESIÓN DE NUESTRA FE

Creo en Dios, Padre todopoderoso, Creador del Cielo y de la Tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos; al tercer día, resucitó de entre los muertos, subió a los Cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.

Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna.

Amén

Padre, ¿puede un católico creer en supersticiones?

Encierta ocasión, un joven me preguntó: “Padre, ¿puede un católico creer en supersticiones? Pregunto porque mi familia, aunque es católica, cuando llega el fin de año, cree y practica una serie de supersticiones que a mí me hacen entrar en conflicto; por ejemplo, con motivo de Año Nuevo, realizan ciertas prácticas como eso de comer doce uvas antes de que se acaben las doce campanadas de la medianoche para atraer buena suerte. O eso de usar prendas de determinado color con el mismo fin, etcétera”.

Entonces, yo le respondí: “La Iglesia Católica enseña que las su-

persticiones son incompatibles con la fe cristiana, ya que estas prácticas contradicen la confianza total en Dios y su providencia”.

Lo que enseña la Iglesia sobre el Primer Mandamiento. Nos llama a confiar únicamente en Dios. En el numeral 2110 del Catecismo de la Iglesia Católica se afirma que el Mandamiento prohíbe no solo la idolatría, sino también la superstición, como una forma de falta de fe. La superstición erosiona la relación personal con Dios al desviar la atención hacia cosas inútiles.

¿Cómo puede actuar un católico frente a estas costumbres culturales?

Si bien muchas supersticiones están arraigadas en tradiciones culturales, un católico puede

participar en estas prácticas de forma inocente siempre que no les atribuya ningún poder sobrenatural. Por ejemplo:

Comer uvas o usar colores puede hacerse como una tradición familiar o social, pero no como algo que “atrae suerte”.

Salir con una maleta puede ser una actividad humorística o simbólica, pero nunca como un acto de fe en su eficacia.

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Sr. Cango. Luis Enrique Silva Álvarez · Redacción: Pbro. Juan Javier Padilla · Alcalde 294, Guad., Jal. Tels. 3343875300

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