III Domingo Ordinario, Ciclo B
21 de enero de 2024
Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.
NO. 3
La renuncia es la ganancia L
a vida cristiana es un proceso que va sumando decisiones que poco a poco, nos van transfigurándo a una verdadera metanoia, un cambio de dirección a nuestro estilo de vida, compartiendo cada vez más los pensamientos y los sentimientos de Cristo, de tal forma que ya no somos nosotros los que vivimos, sino que Cristo es quien vive en nosotros, y que nos permite, verdaderamente, en convertirnos en cartas abiertas de Cristo como esperanza de salvación, recordando que nos venimos convirtiendo en sal, levadura y luz del mundo para hacer el memorial que viene actualizando el misterio de la redención. Un golpe a nuestro orgullo En el proceso de la inmensa alegría de pertenecerle a Cristo, se encuentra el arrepentimiento; es el momento cuando la Palabra de Dios cuestiona toda nuestra existencia y llega hasta lo más íntimo de nuestro ser, es la espada de doble filo que perfora la armadura de nuestras mentiras, causando la inquietud, la molestia, incluso hasta el enojo. sin embargo, todos estos sentimientos es un golpe a nuestro ego, a la imagen que nos hemos inventado y que intenta esconder lo que verdaderamente hemos hecho de nosotros; lo que molesta es la verdad que nos re-
vela, nos transparenta, y siempre esto es bueno, significa que verdaderamente la Palabra ha llegado a nuestra vida y comienza a realizar su trabajo, en donde Dios no tiene la intención de lastimarnos criticándonos por nuestra forma de vivir, antes bien, es Dios quien se preocupa del camino que hemos escogido y nos está lastimando, haciendo de nuestra vida una mentira, en donde nos vamos alejando cada vez más de lo que verdadera-
mente somos y el maravilloso proyecto que vamos extinguiendo y que el Señor a manufacturado para nosotros. Dios de lo cotidiano Dios llega a nuestra vida, en nuestros trabajos, en medio de nuestros hogares, allí donde están nuestros gustos o nuestros vicios, en los espacios que consumen nuestros esfuerzos y sacrificios, en donde nosotros no nos gusta ser molestados o interrumpidos, allí siempre irrumpe Dios y nos llama a pesar de nuestra historia, a seguirlo, a disfrutar de su presencia, de sus enseñanzas que siempre están en coherencia con sus posturas y sus obras. Su Vida, siempre será vocacional, llamado a recuperar la Creación en nosotros, a llevarnos a la santidad. No tengamos miedo a confrontarnos con la Palabra de Dios, a renunciar a nosotros mismos, y con toda seguridad encontraremos una vida más plena y feliz.