XIV Domingo Ordinario,
Ciclo C 6 de julio de 2025

Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.
NO. 27
Fundada el 4 de junio de 1930. Registro postal: IM14-0019 INDA-04-2007-103013575500-106
Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.
Fundada el 4 de junio de 1930. Registro postal: IM14-0019 INDA-04-2007-103013575500-106
Con estas palabras inició su saludo desde el balcón de las bendiciones el nuevo Papa León XIV. A la luz del Evangelio es difícil pensar que tenga vida auténticamente cristiana quien nunca se ha tomado en serio su vocación de constructor de paz y su responsabilidad en el apostolado, con la palabra, con el propio comportamiento y con la oración.
La paz es el mejor regalo
El Dios del que cree es el Dios de la paz, como aparece en muchos pasajes del Antiguo Testamento y del Nuevo.
Las intervenciones de Dios entre los hombres son siempre portadoras de la paz.
Lo que significa un pleno bienestar en todos los órdenes de la vida humana desde lo más elemental para su propia subsistencia hasta los dones más preciados del orden sobrenatural: la justicia, el gozo, la alegría, el consuelo, el perdón, la misericordia y la gloria futura.
San Beda decía: «La verdadera y única paz de las almas en este mundo consiste en estar llenos del amor de Dios y animados de la esperanza del cielo, hasta el punto de considerar poca cosa los éxitos o reveses de este mundo... Se equivoca quien se figura que podrá encontrar la paz en el disfrute de los bienes de este mundo y en las riquezas. Las frecuentes turbaciones de aquí abajo y el fin de este mundo
deberían convencer a este hombre de que ha construido sobre arena los fundamentos de la paz»
Amigos de la paz
El camino de Jesús hacia los hombres pasa por los hombres. No son los cristianos meta del mundo; ellos son los preparadores del camino, los que ponen, sin imponer, ante los hombres, la Buena Nueva.
San Agustín nos señala: «Nadie es docto si a la razón contradice; nadie es cristiano si rechaza las Escrituras; nadie es amigo de la paz, si lucha contra ella”
Sólo a partir de la cruz de Cristo puede Pablo, en nombre de la Iglesia, prometer «paz y misericordia» a todos los que «se ajustan a esta norma»: que la victoria sobre el mundo se encuentra únicamente en la cruz de Jesús y en sus efectos sobre la Iglesia y sobre el mundo. La Iglesia no tiene más consuelo para sus hijos que el que le ha sido dado por Dios: que en la cruz de Jesús el amor de Dios se ha convertido en algo definitivamente palpable para el mundo; que sólo a partir de ella puede hacerse derivar hacia la Iglesia, y a través de ella hacia el mundo, «la paz como un torrente en crecida».
La paz la construimos desde dentro del corazón, con nuestras palabras. El Papa León nos pide que, a través de nuestra comunicación, de nuestro lenguaje, construyamos una comunicación desarmada y desarmante, que invite a la conciliación y a la comunión.
De pie
Señor Dios, que por medio de la humillación de tu Hijo reconstruiste el mundo derrumbado, concede a tus fieles una santa alegría para que, a quienes rescataste de la esclavitud del pecado, nos hagas disfrutar del gozo que no tiene fin. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
PRIMERA LECTURA
Del libro del profeta Isaías 66, 10-14c
Sentados
Alégrense con Jerusalén, gocen con ella todos los que la aman, alégrense de su alegría todos los que por ella llevaron luto, para que se alimenten de sus pechos, se llenen de sus consuelos y se deleiten con la abundancia de su gloria.
Porque dice el Señor: “Yo haré correr la paz sobre ella como un río y la gloria de las naciones como un torrente desbordado. Como niños serán llevados en el regazo y acariciados sobre sus rodillas; como un hijo a quien su madre consuela, así los consolaré yo. En Jerusalén serán ustedes consolados.
Al ver esto se alegrará su corazón y sus huesos florecerán como un prado. Y los siervos del Señor conocerán su poder”. Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 65
Sentados
R. Las obras del Señor son admirables.
Que aclame al Señor toda la tierra; celebremos su gloria y su poder, cantemos un himno de alabanza, digamos al Señor: “Tu obra es admirable”.
R. Las obras del Señor son admirables.
Que se postre ante ti la tierra entera y celebre con cánticos tu nombre. Admiremos las obras del Señor, los prodigios que ha hecho por los hombres.
R. Las obras del Señor son admirables.
El transformó el mar Rojo en tierra firme y los hizo cruzar el Jordán a pie enjuto. Llenémonos por eso de gozo y gratitud: El Señor es eterno y poderoso.
R. Las obras del Señor son admirables.
Cuantos temen a Dios vengan y escuchen, y les diré lo que ha hecho por mí. Bendito sea Dios que no rechazó mi súplica, -ni me retiró su gracia
R. Las obras del Señor son admirables.
De la carta del apóstol san Pablo a los gálatas 6, 14-18
Sentados
Hermanos: No permita Dios que yo me gloríe en algo que no sea la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por el cual el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo. Porque en Cristo Jesús de nada vale el estar circuncidado o no, sino el ser una nueva creatura. Para todos los que vivan conforme a esta norma y también para el verdadero Israel, la paz y la misericordia de Dios. De ahora en adelante, que nadie me ponga más obstáculos, porque llevo en mi cuerpo la marca de los sufrimientos que he pasado por Cristo.
Hermanos, que la gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con ustedes. Amén.
Palabra de Dios.
ACLAMACIÓN ANTES
DEL EVANGELIO Col 3, 15. 16
R. Aleluya, aleluya
Que en sus corazones reine la paz de Cristo; que la palabra de Cristo habite en ustedes con toda su riqueza. R. Aleluya.
Lectura del santo Evangelio según san Lucas 10, 1-12. 17-20
EnDe pie
aquel tiempo, Jesús designó a otros setenta y dos discípulos y los mandó por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares a donde pensaba ir, y les dijo: “La cosecha es mucha y los trabajadores pocos. Rueguen, por tanto, al dueño de la mies que envíe trabajadores a sus campos. Pónganse en camino; yo los envío como corderos en medio de lobos. No lleven ni dinero, ni morral, ni sandalias y no se detengan a saludar a nadie por el camino. Cuando entren en una casa digan: ‘Que la paz reine en esta casa’. Y si allí hay gente amante de la paz, el deseo de paz de ustedes, se cumplirá; si no, no se cumplirá. Quédense en esa casa. Coman y beban de lo que tengan, porque el trabajador tiene derecho a su salario. No anden de casa en casa. En cualquier ciudad donde entren y los reciban, coman lo que les den. Curen a los enfermos que haya y díganles: ‘Ya se acerca a ustedes el Reino de Dios’.
[ Pero si entran en una ciudad y no los reciben, salgan por las calles y digan: ‘Hasta el polvo de esta ciudad que se nos ha pegado a los pies nos lo sacudimos, en señal de protesta contra ustedes. De todos modos, sepan que el Rei-
no de Dios está cerca’. Yo les digo que en el día del juicio, Sodoma será tratada con menos rigor que esa ciudad”.
Los setenta y dos discípulos regresaron llenos de alegría y le dijeron a Jesús: “Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre”. Él les contestó: “Vi a Satanás caer del cielo como el rayo. A ustedes les he dado poder para aplastar serpientes y escorpiones y para vencer toda la fuerza del enemigo, y nada les podrá hacer daño. Pero no se alegren de que los demonios se les someten. Alégrense más bien de que sus nombres están escritos en el cielo”.] Palabra del Señor
DE LA COMUNIÓN
De pie
Señor, que nos has colmado con tantas gracias, concédenos alcanzar los dones de la salvación y que nunca dejemos de alabarte. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Amor y unidad: estas son las dos dimensiones de la misión que Jesús confió a Pedro. Nos lo narra ese pasaje del Evangelio que nos conduce al lago de Tiberíades, el mismo donde Jesús había comenzado la misión recibida del Padre: “pescar” a la humanidad para salvarla de las aguas del mal y de la muerte. Pasando por la orilla de ese lago, había llamado a Pedro y a los primeros discípulos a ser como Él “pescadores de hombres”; y ahora, después de la resurrección, les corresponde precisamente a ellos llevar adelante esta misión: no dejar de lanzar la red para sumergir la esperanza del Evangelio en las aguas del mundo; navegar en el mar de la vida para que todos puedan reunirse en el abrazo de Dios.
Hermanos y hermanas, quisiera que este fuera nuestro primer gran deseo: una Iglesia unida, signo de unidad y comunión, que se convierta en fermento para un mundo reconciliado.
Con la luz y la fuerza del Espíritu Santo, construyamos una Iglesia fundada en el amor de Dios y signo de unidad, una Iglesia misionera, que abre los brazos al mundo, que anuncia la Palabra, que se deja cuestionar por la historia, y que se convierte en fermento de concordia para la humanidad.
Juntos, como un solo pueblo, todos como hermanos, caminemos hacia Dios y amémonos los unos a los otros.
(18 de mayo 2025)
Gloria a Dios en el Cielo, y en la Tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso Señor, Hijo único, Jesucristo. Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre. Amén
Creo en Dios, Padre todopoderoso, Creador del Cielo y de la Tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos; al tercer día, resucitó de entre los muertos, subió a los Cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna.
Amén
“Padre, ¿existe un derecho de los hijos a heredar?”
Una vez un anciano me preguntó: “Padre, ¿existe un derecho de los hijos a heredar?”, porque mis hijos me están presionando para que ya les herede mis bienes, alegando que ellos tienen derecho a heredar. Yo creía que eso no existía, pero me hicieron dudar, por eso mejor quise venir a preguntar. Yo le respondí: “Desde la enseñanza de la Iglesia y desde la perspectiva de la justicia y la moral cristiana, no existe un derecho a heredar por parte de los hijos o
familiares, sino más bien un derecho del propietario a disponer de sus bienes según su conciencia y justicia”.
EL DERECHO A LA PROPIEDAD Y SU DISPOSICIÓN
La Iglesia enseña que la propiedad privada es legítima, pero siempre con una función social. Según el Magisterio la Iglesia, los bienes materiales tienen un destino universal, y su uso debe estar orientado al bien común.
¿EXISTE UN “DERECHO A HEREDAR” PARA LOS HIJOS?
No existe un supuesto derecho a heredar en la enseñanza de la Iglesia. Los hijos pueden esperar heredar algo de sus padres, pero no pueden exigirlo como si fuera un derecho.
EL PROPIETARIO Y SU LIBERTAD DE DISPOSICIÓN
La Iglesia sostiene que una persona tiene el derecho a disponer de sus bienes según su conciencia. Sin embargo, esta libertad no debe ser usada de forma egoísta, sino con justicia y caridad. Desde la perspectiva cristiana, la herencia no debe verse como una exigencia legal, sino como un acto de amor y responsabilidad, orientado al bien de la familia y la sociedad.
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