Hoja Parroquial #26- XIII DOMINGO ORDINARIO, Ciclo C-29 de junio de 2025
XIII Domingo Ordinario, Ciclo C 29 de junio de 2025
Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.
NO. 26
Fundada el 4 de junio de 1930. Registro postal: IM14-0019 INDA-04-2007-103013575500-106
Pedro y Pablo testigos
Pasados los siglos, existe una pregunta que sigue resonando con tanta fuerza, que bien podríamos decir, que el tiempo no ha podido hacer que pase su vigencia y necesidad de seguir formulando, tal y cómo la hizo el Divino Maestro. ¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?
De manera personal
Y aún más la que nos cuestiona de manera personal; ¿Quién dicen
ustedes que soy yo? Estas dos preguntas, más allá de tocar el solo intelecto, van dirigidas a la experiencia que surge del encuentro con Jesús.
La sociedad en estos tiempos aún sigue sin saber o distinguir esta presencia mesiánica que trae consigo la salvación y la propuesta del Reino.
Mucha información acerca de la persona de Jesús que se difumina en la múltiple propuesta espiritual, que debido a la era digital, llega tan abrumadoramente, que incluso aquellos bautizados y casi evangelizados llegan a caer en la confusión de esta marea informativa.
La posverdad afecta la religión
Se ha creado una especie de mercado espiritual en donde todo cabe sostenido por el relativismo espiritual, moral e incluso intelectual. Hoy parece que la verdad ha perdido sentido, y lo que rige el intelecto es el sentimiento de agrado o desagrado de tal o cual cosa, incluida la fe, y con ello también la persona de Cristo.
La declaración que hace el apóstol Pedro y confirmada por el mismo Jesús como una gracia del Cielo, nos ayuda a descubrir que el encuentro personal con Jesús y asistido por la gracia hacen posible el reconocimiento pleno de Cristo, como el Hijo de Dios, su Ungido.
Respuesta permanente
Este reconocimiento posibilita al cristiano la experiencia de un Dios cercano que comparte la realidad de los hombres y mujeres que sufren pero encuentran sentido a sus vidas en el cumplimiento de la voluntad de Dios, así como Jesús lo hizo, viviendo plenamente su ser de hombre y manifestando en su obediencia filial su ser divino.
Reconocer a Jesús como el Hijo de Dios, es reconocer que Dios está con nosotros mostrándonos el valor de la vida humana. Dios que se encarna y con su vida, muerte y resurrección nos enseña el camino de la vida que no termina, la vida eterna.
ORACIÓN COLECTA
De pie
Dios nuestro, tú que nos llenas de una venerable y santa alegría en la solemnidad de tus santos apóstoles Pedro y Pablo, concede a tu Iglesia que se mantenga siempre fiel a todas las enseñanzas de aquellos por quienes comenzó la propagación de la fe. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
PRIMERA LECTURA
Del libro de los Hechos de los Apóstoles 12, 1-11
En aquellos días, el rey Herodes mandó apresar a algunos miembros de la Iglesia para maltratados. Mandó pasar a cuchillo a Santiago, hermano de Juan, y viendo que eso agradaba a los judíos, también hizo apresar a Pedro. Esto sucedió durante los días de la fiesta de los panes Ázimos. Después de apresarlo, lo hizo encarcelar y lo puso bajo la vigilancia de cuatro turnos de guardia, de cuatro soldados cada turno. Su intención era hacerlo comparecer ante el pueblo después de la Pascua. Mientras Pedro estaba en la cárcel, la comunidad no cesaba de orar a Dios por él.
La noche anterior al día en que Herodes iba a hacerlo comparecer ante el pueblo, Pedro estaba durmiendo entre dos soldados, atado con dos cadenas y los centinelas cuidaban la puerta de la prisión. De pronto apareció el ángel del Señor y el calabozo se llenó de luz. El ángel tocó a Pedro en el costado, lo despertó y le dijo: “Levántate pronto”.
Entonces las cadenas que le sujetaban las manos se le cayeron. El ángel le dijo: “Cíñete la túnica y ponte las sandalias”, y Pedro obedeció. Después le dijo: “Ponte el manto y sígueme”. Pedro salió detrás de él, sin saber si era verdad o no lo que el ángel hacía, y le parecía más bien que estaba soñando. Pasaron el primero y el segundo puesto de guardia y llegaron a la puerta de hierro que daba a la calle. La puerta se abrió sola delante de ellos. Salieron y caminaron hasta la esquina de la calle y de pronto el ángel desapareció.
Entonces, Pedro se dio cuenta de lo que pasaba y dijo: ‘’Ahora sí estoy seguro de que el Señor envió a su ángel para librarme de las manos de Herodes y de todo cuanto el pueblo judío esperaba que me hicieran”. Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 33
R. El Señor me libró de todos mis temores.
Bendeciré al Señor a todas horas, no cesará mi boca de alabarlo. Yo me siento orgulloso del Señor, que se alegre su pueblo al escucharlo
R. El Señor me libró de todos mis temores.
Proclamemos la grandeza del Señor y alabemos todos juntos su poder. Cuando acudí al Señor, me hizo caso y me libró de todos mis temores.
R. El Señor me libró de todos mis temores.
Confía en el Señor y saltarás de gusto, jamás te sentirás decepcionado, porque el Señor escucha el clamor de los pobres y los libra de todas sus angustias.
R. El Señor me libró de todos mis temores.
Junto a aquellos que temen al Señor el ángel del Señor acampa y los protege. Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor. Dichoso el hombre que se refugia en él.
R. El Señor me libró de todos mis temores.
SEGUNDA LECTURA
De la carta del apóstol san Pablo a Timoteo 4, 6-8. 17-18
Querido hermano: Ha llegado para mí la hora del sacrificio y se acerca el momento de mi partida. He luchado bien en el combate, he corrido hasta la meta, he perseverado en la fe. Ahora sólo espero la corona merecida, con la que el Señor, justo juez, me premiará en aquel día, y no solamente a mí, sino a todos aquellos que esperan con amor su glorioso advenimiento.
Cuando todos me abandonaron, el Señor estuvo a mi lado y me dio fuerzas para que, por mi medio, se proclamara claramente el mensaje de salvación y lo oyeran todos los paganos. Y fui librado de las fauces del león. El Señor me seguirá librando que todos los peligros y me llevará sano y salvo a su Reino celestial. Palabra de Dios.
ACLAMACIÓN ANTES
DEL EVANGELIO Mt 16, 18
R. Aleluya, aleluya
Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y los poderes del infierno no prevalecerán sobre ella, dice el Señor. R. Aleluya.
EVANGELIO
Lectura del santo Evangelio según san Mateo 16,13-19
De pie
En aquel tiempo, cuando llegó Jesús a la región de Cesarea de Filipo, hizo esta pregunta a sus discípulos: “¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?”. Ellos le respondieron: “Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que Elías; otros, que Jeremías o alguno de los profetas”. Luego les preguntó: “y ustedes ¿quién dicen que soy yo?”. Simón Pedro tomó la palabra y le
dijo: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. Jesús le dijo entonces: “¡Dichoso tú, Simón, hijo de Juan, porque esto no te lo ha revelado ningún hombre, sino mi Padre que está en los cielos! Y yo te digo a ti que tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Los poderes del infierno no prevalecerán sobre ella. Yo te daré las llaves del Reino de los cielos; todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo”. Palabra del Señor.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
De pie
Renovados por este sacramento, Señor, concédenos vivir de tal manera en tu Iglesia que, perseverando en la fracción del pan y en la enseñanza de los Apóstoles, tengamos un solo corazón y un mismo espíritu, fortalecidos por tu amor. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Limpiar el corazón…
Todos, en algún momento de nuestras vidas, hemos cometido errores, hemos pecado, nos hemos apartado del camino del bien, y distraídos por las cosas del mundo hemos dejado al interior en oscuridad que desfigura, por así decirlo, la imagen de Dios que debería brotar precisamente del interior de cada uno. El camino de retorno a la casa del Padre no es sencillo, por el hecho que se debe comenzar con el reconocimiento del mal cometido.
Este primer momento, necesario para iniciar el proceso de conversión, supone quebrar con la soberbia que esclaviza y aleja de la humildad, virtud indispensable, para recibir la gracia del perdón. Los humildes son redimidos y pueden alcanzar la bienaventuranza cristiana de la pureza de corazón, y esta virtud habrá de vivirse de forma honesta y auténtica con el dolor de los pecados. La tristeza de haberme apartado del amor de Dios debe ser la que anime verdaderamente la humildad. No es sólo el reconocimiento del mal, sino la contricción del mal cometido, el deseo de no volver a caer en él, y por supuesto, la apertura a la amistad con Dios y a esa relación íntima, renovadora, de nuestro ser en lo más profundo.
Limpiar el corazón es dejar que el amor de Dios entre en el corazón, es recibir este amor de forma sacramental a través de la Reconciliación, para que, a partir de esta experiencia de la misericordia de Dios, podamos no sólo ser amigos de Dios, sino profetas de esta amistad, que habrá de traducirse en una vida santa que colabore con la conversión y santidad de quienes nos rodean.
GLORIA
Gloria a Dios en el Cielo, y en la Tierra paz a los hombres que ama el Señor.
Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso Señor, Hijo único, Jesucristo.
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre. Amén
P FESIÓN DE NUESTRA FE
Creo en Dios, Padre todopoderoso, Creador del Cielo y de la Tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos; al tercer día, resucitó de entre los muertos, subió a los Cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna.
Amén
¿Por qué una mujer no puede ser Sacerdote u Obispo?
Unavez una joven me preguntó: “¿Por qué una mujer no puede ser Sacerdote u Obispo?, si la Iglesia enseña que el hombre y la mujer tienen la misma dignidad”,. Yo le respondí: “En la Iglesia Católica, el motivo fundamental por el que una mujer no puede llegar a ser Sacerdote u Obispo se basa en la doctrina del Sacramento del Orden, instituido por Cristo, y en la tradición constante de la Iglesia. Esta enseñanza se explica mejor a
la luz de los tres oficios o funciones esenciales que el ministro ordenado recibe y ejerce en virtud de su ordenación sacramental”: El “triple oficio de enseñar, santifi car y regir” está íntimamente unido al Sacramento del Orden y a la naturaleza esponsal de Cristo con su Iglesia. No se trata de una discriminación o de una menor dignidad de la mujer, sino de una fidelidad a la voluntad de Cristo y a la economía sacramental establecida por Él. San Juan Pablo II, en la carta apostólica “Ordinatio Sacerdotalis” (1994), afirmó de manera definitiva que la Iglesia no tiene autoridad para conferir la ordenación sacerdotal a mujeres, y que esta enseñanza debe ser mantenida de modo definitivo por todos los fieles.
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