Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.
N.º 25 • XII DOMINGO ORDINARIO, Ciclo B
20 de Junio de 2021
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La tempestad calmada E n el Evangelio de hoy Jesus invita a sus discípulos a navegar a la otra orilla, el salir de la propia orilla, de la comunidad creyente, en busca de nuevos horizontes para el reino, los invita a adentrarse en el mar. El mar es bíblicamente no sólo un dato geográfico, sino símbolo del caos, del desorden, de los poderes del mal. No es raro que sople el huracán y se levanten tempestades. Es más, Jesús duerme. Cuando se levantan las fuerzas del mal amenazantes contra el hombre, cuando el poder del dinero amenaza con discriminar gran parte de la humanidad y condenarla al hambre, cuando el odio y la rivalidad engullen en guerras absurdas vidas humanas, cuando la manipulación de los seres humanos en la política o en la economía crean dolor y sufrimiento, parece que Dios está ausente, parece que duerme. Pensamos que Dios está despierto solo en "nuestra orilla", y en el mar duerme, está ausente, que quizá debimos quedarnos allí y no lanzarnos en busca de nuevas orillas y fronteras de evangelización. Pero aquí se nos quiere dar un doble mensaje: la Buena Noticia del reino y la comunidad cristiana deben hacerse presentes en la otra orilla, allí donde hay hombres, allí donde se juega su porvenir y felicidad. Aunque sea aparentemente campo de los poderes económicos y políticos, culturales y religiosos.
dormido, en forma discreta, está allí y es Señor. Ellos se dijeron espantados: "Pero, ¿quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!" Han aprendido la lección. No es Señor solamente en la orilla propia, en casa, en la Iglesia, en medio de mis seguridades, también está presente, con poder, allí donde el agua y los vientos presagian otros señoríos.
Pero además, que donde esté el hombre, aunque se crea solo ante el inmenso peligro de los poderes caóticos de este mundo, allí también está Jesús el Señor. Jesús no es el Señor "de esta orilla", de los cristianos de siempre, de las misas dominicales, de los momentos devotos. Jesús es Señor también allí donde el hombre se siente amenazado, cuando no se pisa tierra firme y parece que todo va a contribuir al futuro del naufragio de la humanidad. Dios como
Los cristianos no debemos tener miedo a hundirnos, sentirnos desamparados del Señor, cuando fieles a la misión evangelizadora nos adentramos en un mar que es reino aparente de otros poderes que amenazan a los hombres, cuando busquemos otras orillas y fronteras para el Reino, abandonando las propias seguridades. Cuando sigamos la invitación de Jesús: "Vamos a la otra orilla", confiemos y no seamos tan cobardes.
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