La Santísima Trinidad, Ciclo C 15 de junio de 2025

Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.
NO. 24
Fundada el 4 de junio de 1930. Registro postal: IM14-0019 INDA-04-2007-103013575500-106

Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.
Fundada el 4 de junio de 1930. Registro postal: IM14-0019 INDA-04-2007-103013575500-106
Hoy celebramos con alegría y humildad la Solemnidad de la Santísima Trinidad, el misterio más profundo y hermoso de nuestra fe: un solo Dios en tres Personas —Padre, Hijo y Espíritu Santo—, unidas en el amor perfecto.
Una verdad revelada
En el Evangelio de este domingo (Juan 16,12-15), Jesús nos da una clave para acercarnos a este misterio. Dice a sus discípulos: “Muchas
cosas me quedan por decirles, pero ahora no pueden comprenderlas. Cuando venga el Espíritu de la verdad, él los guiará hasta la verdad plena.”
Estas palabras nos enseñan que la verdad de Dios no se impone, sino que se revela poco a poco, con amor, en la medida en que nuestro corazón está dispuesto a recibirla.
Jesús sabe que no podemos entenderlo todo de una vez, pero nos promete un regalo maravilloso: el Espíritu Santo, que nos guiará paso a paso, con paciencia y ternura, hacia la verdad plena.
Y esa verdad no es una teoría o una idea complicada. Esa verdad es Dios mismo, que es amor, comunión y entrega mutua. El Espíritu Santo, que procede del Padre y del Hijo, no nos trae un mensaje nuevo, sino que nos ayuda a comprender más profundamente lo que Jesús ya nos ha revelado. Dice el Señor: “El Espíritu me glorificará, porque recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes.”
Comunión en el amor
Celebrar la Trinidad es abrirnos a esta dinámica de amor. El Padre crea por amor. El Hijo se entrega por amor. El Espíritu nos transforma por amor. Y a nosotros, que hemos sido bautizados “en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”, se nos invita a vivir también en esa comunión.
Pidamos hoy al Espíritu Santo que abra nuestro entendimiento y nuestro corazón. Que podamos experimentar a Dios no como un concepto lejano, sino como una presencia viva que nos acompaña, nos consuela y nos envía a amar como Él ama.
Que la Santísima Trinidad, misterio de unidad y de amor, nos inspire a construir comunidades, comenzando por nuestras familias, donde reine la paz, el perdón y la fraternidad. Y que María, hija del Padre, madre del Hijo y esposa del Espíritu Santo, nos acompañe siempre en este camino.
Dios Padre, que al enviar al mundo la Palabra de verdad y al Espíritu santificador, revelaste a todos los hombres tu misterio admirable, concédenos que, profesando la fe verdadera, reconozcamos la gloria de la eterna Trinidad y adoremos la Unidad de su majestad omnipotente. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos
PRIMERA LECTURA
Del libro de los Proverbios 8, 22-31
Sentados
Esto dice la sabiduría de Dios: “El Señor me poseía desde el principio, antes que sus obras más antiguas. Quedé establecida desde la eternidad, desde el principio, antes de que la tierra existiera. Antes de que existieran los abismos y antes de que brotaran los manantiales de las aguas, fui concebida.
Antes de que las montañas y las colinas quedaran asentadas, nací yo. Cuando aún no había hecho el Señor la tierra ni los campos ni el primer polvo del universo, cuando él afianzaba los cielos, ahí estaba yo.
Cuando ceñía con el horizonte la faz del abismo, cuando colgaba las nubes en lo alto, cuando hacía brotar las fuentes del océano, cuando fijó al mar sus límites y mandó a las aguas que no los traspasaran, cuando establecía los cimientos de la tierra, yo estaba junto a él como arquitecto de sus obras, yo era su encanto cotidiano; todo el tiempo me recreaba en su presencia, jugando con el orbe de la tierra y mis delicias eran estar con los hijos de los hombres”. Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
Del salmo 8
Sentados
R. ¡Qué admirable, Señor, es tu poder!.
Cuando contemplo el cielo, obra de tus manos, la luna y las estrellas, que has creado, me pregunto: ¿Qué es el hombre para que de él te acuerdes, ese pobre ser humano, para que de él te preocupes?
R. ¡Qué admirable, Señor, es tu poder!
Sin embargo, lo hiciste un poquito inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad; le diste el mando sobre las obras de tus manos y todo lo sometiste bajo sus pies.
R. ¡Qué admirable, Señor, es tu poder!
Pusiste a su servicio los rebaños y las manadas, todos los animales salvajes, las aves del cielo y los peces del mar, que recorren
los caminos de las aguas.
R. ¡Qué admirable, Señor, es tu poder!
SEGUNDA LECTURA
De la carta del apóstol san Pablo a los romanos 5, 1-5
Sentados
Hermanos: Ya que hemos sido justificados por la fe, mantengámonos en paz con Dios, por mediación de nuestro Señor Jesucristo. Por él hemos obtenido, con la fe, la entrada al mundo de la gracia, en el cual nos encontramos; por él, podemos gloriarnos de tener la esperanza de participar en la gloria de Dios.
Más aún, nos gloriamos hasta de los sufrimientos, pues sabemos que el sufrimiento engendra la paciencia, la paciencia engendra la virtud sólida, la virtud sólida engendra la esperanza, y la esperanza no defrauda, porque Dios ha infundido su amor en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo, que él mismo nos ha dado. Palabra de Dios.
DEL EVANGELIO Cfr. Ap 1, 8
R. Aleluya, aleluya
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Al Dios que es, que era y que vendrá. R. Aleluya.
Lectura del santo Evangelio según san Juan 16, 12-15
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Aún tengo muchas cosas que decirles, pero todavía no las pueden comprender. Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él los irá guiando hasta la verdad plena, porque no hablará por su cuenta, sino que dirá lo que haya oído y les anunciará las cosas que van a suceder. El me glorificará, porque primero recibirá de mí lo que les vaya comunicando. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso he dicho que tomará de lo mío y se lo comunicará a ustedes”. Palabra del Señor.
De pie
Que la recepción de este sacramento y nuestra profesión de fe en la Trinidad santa y eterna, y en su Unidad indivisible, nos aprovechen, Señor, Dios nuestro, para la salvación de cuerpo y alma. Por Jesucristo, nuestro Señor.
Por muchas circunstancias y contextos sociales pareciera marginarse la figura paterna. Hace poco más de un mes celebrabamos el día de la madre, y cuánto no se hizo para mostrar el cariño a esas misioneras del amor que son las mamás. Pero, ¿qué pasa con los varones y el día del padre?, ¿cómo se debería vivir este día y cuál sería la forma más propia para festejar a los papás? No es sencillo describir o definir la forma correcta, puesto que cada papá es distinto y muchos de ellos, por el mismo contexto social tienden a automarginarse, esconderse, por así decirlo, porque les cuesta trabajo recibir o manifestar su cariño a los hijos. Y esto es entendible por el ambiente machista que aún prevalece en nuestros días. Lo cierto es que todos necesitamos experimentar el cariño de aquellos a quienes amamos. Así que, papás, un llamado al corazón para abrir sus personas a las manifestaciones de amor de sus hijos, es más, sean ustedes los que provoquen estos momentos de amor y de cariño, reconociendo primero ustedes mismos lo padre que resulta ser padre. Y es que la naturaleza de su misión tiene miras muy altas, la de ser en la tierra para sus hijos la presencia amorosa de Dios, que es Padre. Ser padre es una vocación maravillosa que debe plenificar y dar sentido a la vida de cada varón que ha recibido este extraordinario regalo, ser papá. Y si alguno por su humana debilidad se ha equivocado, se vale reconocerlo, pedir perdón y seguir adelante llenando el corazón del amor de Dios, que en su providencia y misericordia dispuso para ti este camino de santificación en tu vocación de ser papá. Hijos, este día abracen, consientan y oren por su papá, que es desde Dios donde podrán descubrir lo valioso de tener un papá. Por eso, qué padre ser padre… Felicidades.
Gloria a Dios en el Cielo, y en la Tierra paz a los hombres que ama el Señor. Por tu inmensa gloria te alabamos, te bendecimos, te adoramos, te glorificamos, te damos gracias, Señor Dios, Rey celestial, Dios Padre todopoderoso Señor, Hijo único, Jesucristo.
Señor Dios, Cordero de Dios, Hijo del Padre; tú que quitas el pecado del mundo, ten piedad de nosotros; tú que quitas el pecado del mundo, atiende nuestra súplica; tú que estás sentado a la derecha del Padre, ten piedad de nosotros; porque sólo tú eres Santo, sólo tú Señor, sólo tú Altísimo, Jesucristo, con el Espíritu Santo en la gloria de Dios Padre.
Amén
Creo en Dios, Padre todopoderoso, Creador del Cielo y de la Tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos; al tercer día, resucitó de entre los muertos, subió a los Cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos.
Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna.
Amén
Padre, ¿es pecado hablar dentro de una iglesia?
Encierta ocasión un joven me preguntó: “Padre, ¿es pecado hablar dentro de una iglesia?”. Le pregunto porque un día escuché a una persona allegada a la Iglesia decir que hablar dentro de un templo es pecado”.
Yo le respondí: “La moral católica no establece que hablar dentro de una iglesia sea un pecado, pero sí enfatiza la importancia del respeto, la reverencia y el recogimiento que se debe tener en los lugares sagrados”.
Guardar silencio en una iglesia es un signo de fe en la presencia
real de Cristo en la Eucaristía. Este gesto manifiesta respeto, reverencia y adoración hacia Jesús presente en el Santísimo Sacramento y refleja la convicción de que la iglesia es un lugar sagrado donde Dios habita de manera especial.
La fe católica enseña que Cristo está presente real, verdadera y sustancialmente en la Eucaristía. Este misterio invita a los fieles a postrarse en adoración y guardar una actitud de recogimiento y reverencia. El silencio ayuda a crear un ambiente que facilita la oración personal y el encuentro íntimo con Cristo.
Guardar silencio en una iglesia no es solo un acto de cortesía o respeto, sino un signo tangible de la fe en la presencia real de Cristo en la Eucaristía. Es un gesto que une
lo exterior con lo interior, y permite que el alma adore en humildad y recogimiento.
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Director Responsable y administración: Sr. Cango. Luis
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