N.º 22 • La Ascensión del Señor, Ciclo A
• 1o de Junio de 2014 •
A donde vas, te seguirá nuestra ESPERANZA
L
as montañas en el paisaje judío, casi siempre, son un lugar de la presencia de Dios, quien sale siempre al encuentro de aquellos que ama para que, a su vez, éstos, saliendo de una rutina rastrera, quieran levantar un poco la vista al cielo y ascender en sus aspiraciones. Es en este monte de Galilea, el día de la Ascensión, donde Jesús congrega a sus discípulos no tanto para despedirse, sino para subrayar la tarea que deja, sin olvidar, por supuesto, la garantía de su presencia. Es una fiesta dentro del tiempo pascual que subraya el quehacer para los creyentes, no sin antes advertir la preocupación de Jesús por estar siempre cercano.
La Ascensión del Señor puede ser nuestra Oficialmente, y en la plática social, casi todos vamos “hacia arriba”. Presumimos de estadísticas muy convenientes. En la vida pública se ostentan datos manipulados, a favor de las convenientes propagandas de los que están en el poder. Quieren, ciertamente, que nuestras esperanzas vayan hacia arriba, pero la realidad lleva un signo doloroso totalmente contrario: “(...) los campesinos –como dijo alguna vez el Papa Paulo VI– adquieren la conciencia de su miseria no merecida (...)”, mientras otros gozan de una civilización altamente refinada, y muchos viven en condiciones de trabajo indignas de cualquier ser humano. Ascender con Jesús es animar nuestra esperanza para poner a prueba las inquietudes más profundas y mejorar nuestra condición de hombres creyentes.
¡«Serán mis testigos»! Jesús es el Señor que domina la muerte, Él ha quedado libre de todo sometimiento; invita a la Iglesia a sentirse enviada a todo el mundo con la libertad y el poder de Jesús Resucitado para transformar las situaciones de muerte, de engaño, en oportunidades de vida de verdad; llamados a ser testigos de la Ascensión de Jesús en el mundo; mejorar cada cual el entorno social, hasta donde nos ajusten las fuerzas y el compromiso de creyentes. La Iglesia nace de las llagas del crucificado y es enviada al mundo como testigo de la libertad, para anunciar y comunicar que Cristo está vivo. Desde Jerusalén hasta los confines en tiempo y en espacio. Moverte es vivir «Como ellos estuvieron mirando fijamente al cielo mientras Él se iba...», dos hombres vestidos de blanco los sacaron de su modorra. Les dijeron: «Este Jesús volverá». La fiesta de la Ascensión es, sobre todo, un momento para fortalecer la esperanza. Lo recuerda también la Carta a los Efesios que hoy leemos: «(...) para que conozcan la esperanza a la cual han sido llamados». En las circunstancias actuales, la esperanza parece derrotada de antemano; Jesús, sin embargo, ilumina los ojos del corazón. Cuestión de seguirlo.
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