Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.
N.º 11 • II DOMINGO DE CUARESMA, Ciclo C
13 de Marzo de 2022
Fundada el 4 de junio de 1930. Registro postal: IM14-0019, impresos depositados por sus editores o agentes. INDA-04-2007-103013575500-106
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Escucharlo con el oído del corazón
nas semanas antes de su Pasión y muerte, subió Jesús a un monte a orar, llevando consigo a tres discípulos, Pedro, Santiago y Juan. Mientras oraba Jesús, su cuerpo se transfiguró. Sus vestidos se volvieron más blancos que la nieve y su rostro más resplandeciente que el sol. Los apóstoles presenciaron esa luminosidad, esa paz, una gran confianza y quisieron permanecer siempre a su lado. Se expresa así la pedagogía de Jesús con sus discípulos, pues era necesario que se les presentara de esa forma, pues los apóstoles presenciarían también la agonía del huerto y la Pasión. Sin haberlo visto revestido de su gloria, no hubieran podido soportar ni humanamente ni espiritualmente tal prueba. Al verlo así, transfigurado, quedó en su alma la esperanza de la Resurrección. Con la Transfiguración del Señor, la Iglesia nos hace recordar que así brillaremos y brillará Ella misma al final de los tiempos. Nuestras almas brillarán más que la luz del sol, porque serán reflejo de esa luz celestial. En el momento de la Transfiguración, se oyó la voz del Padre diciendo: “Éste es mi hijo muy amado, en quien tengo todas mis complacencias: ESCUCHADLO”.
Escuchar a Jesús. ¿Cuánto deseamos escuchar a Nuestro Señor? Dios nos habla en medio de nuestras actividades, nos va dando proposiciones e iniciativas, a través del Espíritu Santo, pero si tenemos solamente trepidación en el alma, preocupaciones personales, jamás podremos escuchar lo que Dios nos dice. Algunos santos han comentado que Jesús siempre estaba transfigurado, que su rostro irradiaba una luz brillante como la de los grandes santos, pero los apóstoles y todos los demás estaban tan entretenidos en cosas insignificantes que no lo veían de ese modo, y tuvo que retirarlos, apartarlos en el silencio para que pudieran verlo tal cual es. Por eso, nosotros hemos de voltear al Cielo, y como nos enseña el Papa Francisco, debemos escuchar a Dios y a nuestros hermanos, con el oído del corazón. En esta época de las redes sociales y los medios de comunicación, que se convirtieron en un espacio para aparentar; el escuchar y dedicar tiempo y atención es un acto de amor. Nuestra alma se llenará de paz, veremos las cosas como las ve Él, nos iremos transformando poco a poco, hasta que seamos un espejo que refleje la Imagen de Cristo.
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