Hoja Parroquial #11-II DOMINGO DE CUARESMA, Ciclo C-16 de marzo 2025

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II Domingo de Cuaresma, Ciclo C 16 de marzo de 2025

Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.

NO. 11

Fundada el 4 de junio de 1930. Registro postal: IM14-0019 INDA-04-2007-103013575500-106

“Éste es mi hijo amado, escúchenlo”

Como cada año, en este segundo Domingo de Cuaresma, tiempo de preparación para la Pascua, nos encontramos con el pasaje de la Transfiguración del Señor. Un texto del Evangelio que nos recuerda la importancia de la escucha en la vida del cristiano, ya que, junto a la revelación de la identidad divina de Jesucristo (“éste es mi hijo amado”), hoy también recibimos un mandato: “escúchenlo”; ese imperativo teológico pronunciado por la voz que salió de la nube.

Poner atención

De entrada, recordemos que escuchar no es lo mismo que oír. Oír es percibir sonidos, mientras que escuchar implica el ejercicio de la inteligencia para comprender lo que se oye.

No debemos olvidar que en el mundo bíblico la expresión “escuchar a Dios” no solo consiste en entender su mensaje, sino que también comporta una obediencia en la fe.

Por eso, se dice que Abraham escuchó a Dios, porque animado por su fe obedeció a lo que Él le estaba pidiendo (cf. Gn 12, 1-4; 15, 6-7). Es así que, en esta Cuaresma, el Padre nos está invitando a que no solo oigamos y compren-

damos las palabras de Cristo, sino que también asumamos sus enseñanzas.

Más aún, nos pide que lo acojamos a Él mismo que es su Palabra, pues el Hijo de Dios es el Logos (cf. Jn 1), la Palabra que nos ha sido dirigida.

No solo se trata, entonces, de oír a Jesús y comprender sus palabras, ni tampoco de un mero asentimiento a su mensaje, sino de asimilar su persona,

sus enseñanzas, sus actitudes, comprometiéndose existencialmente con Él. Escuchar al Hijo de Dios significa dejar entrar a Cristo en nuestras vidas y con nuestro comportamiento reproducir su persona, ser otros cristos, que es lo que precisamente significa la palabra “cristiano”.

Tiempo de preguntas

En nuestra preparación a la renovación pascual del Bautismo que un día recibimos, la Liturgia cuaresmal nos interpela de tal modo que nos examinemos a fi n de ver qué tanto somos imágenes de Cristo. Cada uno debe cuestionarse: ¿Qué actitudes o modos de comportamiento tengo que reflejan las actitudes y comportamientos de Cristo? ¿Qué hábitos o manías, en cambio, desfiguran mi identidad cristiana? Así podremos trabajar durante estos días potenciando lo primero y corrigiendo lo segundo, de modo que renovemos nuestra vida de fe y muriendo con Cristo al viejo yo, en la Pascua renazcamos con Él a una vida nueva.

Recibir a Jesús

ORACIÓN COLECTA

Señor Dios, que nos mandaste escuchar a tu Hijo muy amado, dígnate alimentarnos íntimamente con tu palabra, para que, ya purificada nuestra mirada interior, nos alegremos en la contemplación de tu gloria. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.

PRIMERA LECTURA

Del libro del Génesis 15, 5-12. 17-18

Sentados

En aquellos días, Dios sacó a Abram de su casa y le dijo: “Mira el cielo y cuenta las estrellas, si puedes”. Luego aña- dió: “Así será tu descendencia”.

Abram creyó lo que el Señor le decía y, por esa fe, el Señor lo tuvo por justo. Entonces le dijo: “Yo soy el Señor, el que te sacó de Ur, ciudad de los caldeos, para entregarte en posesión esta tierra”. Abram replicó: “Señor Dios, ¿cómo sabré que voy a poseerla?” Dios le dijo: “Tráeme una ter- nera, una cabra y un carnero, todos de tres años; una tór- tola y un pichón”.

Tomó Abram aquellos animales, los partió por la mitad y puso las mitades una enfrente de la otra, pero no partió las aves. Pronto comenzaron los buitres a descender sobre los cadáveres y Abram los ahuyentaba.

Estando ya para ponerse el sol, Abram cayó en un profundo letargo, y un terror intenso y misterioso se apoderó de él. Cuando se puso el sol, hubo densa oscuridad y sucedió que un brasero humeante y una antorcha encendida, pa- saron por entre aquellos animales partidos.

De esta manera hizo el Señor, aquel día, una alianza con Abram, diciendo: “A tus descendientes doy esta tierra, desde el río de Egipto hasta el gran río Éufrates”. Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL

Del salmo 26

R. El Señor es mi luz y mi salvación.

Sentados

El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién voy a tenerle miedo? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién podrá hacerme temblar?

R. El Señor es mi luz y mi salvación.

Oye, Señor, mi voz y mis clamores y tenme compasión; el corazón me dice que te busque y buscándote estoy.

R. El Señor es mi luz y mi salvación.

No rechaces con cólera a tu siervo, tú eres mi único auxilio; no me abandones ni me dejes solo, Dios y salvador mío.

R. El Señor es mi luz y mi salvación.

La bondad del Señor espero ver en esta mis- ma vida. Ármate de valor y fortaleza y en el Señor confía.

R. El Señor es mi luz y mi salvación.

SEGUNDA LECTURA

De la carta del apóstol san Pablo a los filipenses 3, 17-4, 1

Sentados

Hermanos: [Sean todos ustedes imitadores míos y observen la conducta de aquellos que siguen el ejemplo que les he dado a ustedes. Porque, como muchas veces se lo he dicho a ustedes, y ahora se lo repito llorando, hay muchos que viven como enemigos de la cruz de Cristo. Esos tales acabarán en la perdición, porque su dios es el vientre, se enorgullecen de lo que deberían avergonzarse y sólo piensan en cosas de la tierra.]

Nosotros, [en cambio,] somos ciudadanos del cielo, de donde esperamos que venga nuestro salvador, Jesucristo. Él transformará nuestro cuerpo miserable en un cuerpo glorioso, semejante al suyo, en virtud del poder que tiene para someter a su dominio todas las cosas. Hermanos míos, a quienes tanto quiero y extraño: ustedes, hermanos míos amadísimos, que son mi alegría y mi corona, manténganse fieles al Señor. Palabra de Dios.

ACLAMACIÓN ANTES

DEL EVANGELIO Cfr. Mc 9, 7

R. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

En el esplendor de la nube se oyó la voz del Padre, que decía: “Este es mi Hijo amado: escúchenlo”.

R. Honor y gloria a ti, Señor Jesús

EVANGELIO

Lectura del santo Evangelio según san Lucas 9, 28b-36

En aquel tiempo, Jesús se hizo acompañar de Pedro, Santiago y Juan, y subió a un monte para hacer oración. Mientras oraba, su rostro cambió de aspecto y sus vestiduras se hicieron blancas y relampagueantes. De pronto aparecieron conversando con él dos personajes, rodeados de esplendor: eran Moisés y Elías. Y hablaban de la muerte que le esperaba en Jerusalén. Pedro y sus compañeros estaban rendidos de sueño; pero, despertándose, vieron la gloria de Jesús y de los que estaban con él. Cuan-

De pie
De pie

do éstos se retiraban, Pedro le dijo a Jesús: “Maestro, sería bueno que nos quedáramos aquí y que hiciéramos tres chozas: una para ti, una para Moisés y otra para Elías”, sin saber lo que decía.

No había terminado de hablar, cuando se formó una nube que los cubrió; y ellos, al verse envueltos por la nube, se llenaron de miedo. De la nube salió una voz que decía: “Este es mi Hijo, mi escogido; escúchenlo”. Cuando cesó la voz, se quedó Jesús solo. Los discípulos guardaron silencio y por entonces no dijeron a nadie nada de lo que habían visto. Palabra del Señor.

ORACIÓN DESPU É S DE LA COMUNIÓN

De pie

Al recibir, Señor, este glorioso sacramento, queremos darte gracias de todo corazón porque así nos permites, desde este mundo, participar ya de los bienes del cielo. Por Jesucristo, nuestro Señor.

Los Ejercicios de Cuaresma

Durante

este tiempo se tiene la costumbre de realizar los Ejercicios de Cuaresma. Estas prácticas están inspiradas en la vida de Jesús, particularmente en sus 40 días de ayuno y oración en el desierto (Mateo 4:1-11).

¿Por qué tomarlos como católicos?

Por Imitación a Cristo: La Cuaresma es un llamado a seguir el ejemplo de Jesús en el desierto: renunciar a las tentaciones, dedicarse a la oración y buscar la voluntad de Dios.

Por conversión personal: Los ejercicios cuaresmales nos ayudan a reconocer nuestras faltas, a transformarnos interiormente y a vivir según el Evangelio.

Por preparación a la Pascua: Al vivir la Cuaresma con intensidad, estamos espiritualmente mejor dispuestos para celebrar la Resurrección de Cristo, el centro de nuestra fe.

Por unidad con la Iglesia: Participar en estos

ejercicios nos une con toda la comunidad católica que también vive este tiempo de preparación. Los Ejercicios de Cuaresma son una invitación a renovar nuestra fe, purificar nuestro corazón y acercarnos más a Dios y al prójimo, recordando que “polvo eres y al polvo volverás” (Génesis 3,19).

P FESIÓN DE NUESTRA FE

Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible.

Creo en un solo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos:

Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.

Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas.

Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un solo bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro.

Amén

Padre, ¿qué es la genuflexión?

Encierta ocasión un niño me preguntó: “Padre, ¿qué es la genuflexión?, porque mi abuela me dijo que yo debería aprender a hacer la genuflexión, ya que desgraciadamente se ha perdido la piadosa costumbre de hacerla en la Iglesia, pero como no sé qué es la genuflexión, mejor quise venir a preguntarle”.

Yo le respondí: “La genuflexión es un gesto de adoración que consiste en doblar la rodilla derecha hasta tocar el suelo, orientando el cuerpo

hacia donde está el Santísimo Sacramento. Es una señal de sumo respeto y humildad ante Dios, hacia la presencia real de Cristo en la Eucaristía”.

La genuflexión tiene un sentido profundamente significativo. Doblar la rodilla es un signo de adoración y reconocimiento de la majestad de Dios. En el contexto de la liturgia, es un gesto de respeto a la Eucaristía, en la que Cristo está real y verdaderamente presente bajo las especies de pan y de vino.

Consulta el texto completo escanéando el QR.

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