Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.
N.º 52 • Natividad del Señor Ciclo B • 25 de Diciembre de 2011
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Navidad que reconstruye
la esperanza H
oy más que nunca es necesaria la Navidad –y no me refiero sólo a los preparativos de color y fiesta, a los adornos y al ambiente de abundancia en los aparadores y propuestas de regalos, en las ganas de reunirse y de compartir... todo esto puede ser un marco fabuloso que nos descubra, sobre todo, la necesidad de Dios–. Hoy es inaplazable y urgentemente necesario que Dios vuelva a nacer entre los escombros de nuestras mediocridades, que Él vuelva a nacer en el mundo tan escaso de humanidad y de limpieza de corazón; que Jesús venga a los corazones que lo desean, y esté presente en el mundo que añora la paz verdadera. Hoy nos hemos vuelto intolerantes, discriminatorios, vemos con lupa inmensa los defectos ajenos y no quitamos la viga que obstruye nuestra mirada para mirar nuestros propios defectos; hace falta que Dios sea aceptado, bienvenido, que vuelva a ocupar un lugar en las estructuras sociales, pero sobre todo en las familias. Inauguramos este día el tiempo de Navidad, tiempo en el cual cantamos alegres la presencia de Jesús en medio de nuestras comunidades.
Dios viene a reconstruir su pueblo Las Lecturas nos ayudan a tomar actitudes muy necesarias para reconstruir nuestro modo de vivir y ser mejores hombres y mujeres. El libro de Isaías presenta un canto de alabanza de la liberación de Jerusalén. Los mensajeros, sobre los montes de Judá, traen la noticia de la próxima liberación, y gritan: “¡Yahvé reina!”. Y es que en el contexto en que se escribe el libro de Isaías, la mayoría
del pueblo de Israel se encuentra exiliado: son esclavos en Babilonia. Y ponen sus esperanzas en el que será el rescatador, que les permitirá retornar a su tierra. Para nosotros, hoy, esos pies del mensajero anuncian el nacimiento del Señor, y nosotros, como los centinelas, proclamamos alegres
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