Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.
Nº 52 • V Domingo de Adviento Ciclo A • 26 de Diciembre de 2010
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La familia: escuela de humanidad
A
penas nacido el niño, ya tiene tareas. De la Madre y del Padre no se diga. Para eso se han preparado, y la historia de los siglos siempre ha esperado mucho de ellos. Que conserven al hijo como un tesoro, que le ofrezcan dentro de sus pobrezas los recursos indispensables para sobrevivir y aprender; por supuesto que se dé, sobre todo, cariño, amor, un hogar como escuela de la fe. Que
defiendan al hijo ante la adversidad, que le ayuden a discernir de las malas y perturbadoras lecciones sin escrúpulos que gente malintencionada le puede maliciosamente ofrecer; que tenga rectitud ante las adversidades. En efecto, los padres se preparan, y con mucho, para abrirle los caminos al hijo. El niño siempre es la esperanza de un futuro mejor. Apenas Navidad, y ya estamos en la fiesta de la Sagrada Familia. Hoy más que nunca, en las circunstancias del presente, el tiempo apremia para no descuidar en ningún momento a la familia, sobre todo a los pequeños. Hay tiempos malos para las familias La palabra evangélica de Mateo nos presenta la huida de la sagrada familia a Egipto, una página dolorosa pero real. José tomó al niño y a su madre para darles cobijo, para esperar tiempos nuevos. Parecería que al Hijo de Dios todo tendría que salirle a pedir de boca. Pero nos acordamos de que su encarnación no es un juego ni una simulación. Vive los tiempos difíciles que apremiaban a todo su pueblo; tiempos de opresión pero al mismo tiempo de esperanza. Es en Jesús donde todas las esperanzas de mejorar confluyen como Continúa en la página 4
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