Hoja parroquial Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.
N.º 51 • Domingo IV Adviento, Ciclo B • 18 de Diciembre de 2011
Fundada el 4 de junio de 1930. Registro postal: IM14-0019, impresos depositados por sus editores o agentes. INDA-04-2007-103013575500-106
El "Sí" de María
L
a que primero escuchó la Buena Noticia de la llegada del Mesías fue María de Nazaret, una humilde muchacha de un pueblo insignificante, Nazaret. Y su respuesta fue de acogida abierta: “Hágase en mí según tu palabra”. Sería bueno que hoy proclamáramos el cuarto prefacio del Adviento, “María, nueva Eva”: si el “No” de Eva tuvo las consecuencias que tuvo, el “Sí” de María nos abrió la puerta a la venida del Salvador. Ella aparece hoy como la mejor representante de todos los que en el Antiguo Testamento esperaron al Mesías –la verdadera “hija de Sión”– y de todos los que en el Nuevo Testamento acogieron al Enviado de Dios –la primera cristiana, miembro de la Iglesia de Jesús–. Este ejemplo nos estimula a que también nosotros respondamos a la venida del Señor con la apertura de puertas y corazones. Muchos, en este mundo, no saben por qué hacen fiesta o por qué se dan regalos en Navidad. Nosotros, los cristianos, sí, y nos disponemos a celebrarla desde un nivel humano, y a la vez de fe, por la renovada gracia
de la venida del Señor, compartiendo a los demás este gran significado. Y lo hacemos con las mismas actitudes que vemos en María: confianza, humilde agradecimiento, total apertura a su voluntad, alegría por la venida de Dios a nuestra historia y convicción de que desde entonces, hace dos mil años, Cristo Jesús, aunque no le veamos, está muy activamente presente en nuestra vida. Lo demás es consecuencia: porque ésta es una Buena Noticia como para hacer fiesta, alegrarse y reunirse en familia, y felicitarse. Cuando celebramos la Eucaristía, es siempre Navidad, ya que el Señor, ahora Resucitado, se nos hace realmente presente en nuestra comunidad, en la Palabra que se nos proclama, en el pan y el vino. Lo que pasó en María el día de la Anunciación –Cristo se hizo presente en ella por obra del Espíritu Santo– es lo que pasa en nuestro altar, cuando el pan y el vino se convierten por obra del mismo Espíritu en el Cuerpo y Sangre salvadores de Cristo Jesús, quien se nos da como alimento. Por eso la Eucaristía es la mejor preparación y la más bella celebración de la Navidad. 1