Hoja parroquial Arquidiócesis de Guadalajara, A.R. Nº 50 • Solemnidad Sta. María de Guadalupe Ciclo A • 12 de Diciembre de 2010
Fundado el 4 de junio de 1930. Registro postal IM14-0019, impresos depositados por sus editores o agentes INDA-04-2007-103013575500-106
Morena del Tepeyac
“No ha hecho otro tanto con nación alguna”
H
oy brilla en el cielo una especial alegría: la fiesta de Nuestra Señora de Guadalupe, Reina del pueblo mexicano y patrona de toda América. Esta fiesta es por excelencia el día de los mexicanos y las mexicanas, y es celebrada por los pueblos de nuestro continente americano. Esta fiesta viene a muy pocos días de otra gran celebración mariana: la fiesta de la Inmaculada Concepción, que también tiene mucho que ver con este tiempo “fuerte” del calendario litúrgico: el Adviento, tiempo de espera en el Señor. El Adviento es el tiempo mariano por excelencia, ya que María es el principal modelo de la espera de Cristo. En estas fechas del Bicentenario de la Independencia y Centenario de la Revolución, que han provocado fiestas, reflexiones, enormes cantidades gastadas en tintas, festejos, conmemoraciones... es imprescindible voltear a ver a esta Mujer que ha estado desde 1531 muy
presente en los principales momentos de la historia. El iniciador de la Independencia no se puede concebir ni dibujar sino abrazado y enarbolando el estandarte guadalupano. Pero adentrémonos en la fiesta de hoy para pensar un poco en esta singular Señora y Madre de nuestra Patria. Elogio a la Mujer Madre de Dios Oímos un excelente elogio a la Sabiduría, con el que la liturgia nos invita a pensar en la mujer María Madre del Salvador, pues si de Ella viene Jesús, Él es para nosotros la máxima expresión de Dios: todo, pero soberanamente todo lo que podemos conocer de Dios, pues en Él están concentradas todas las virtudes y las formas de amar, así como la forma de conocer que Dios comparte con la humanidad (por Jesús a través de María). Tendremos que aprender a reconocer en María el camino de todas las bondades del cielo y la tierra por donde el mismo Dios Continúa en la página 4
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