Hoja parroquial Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.
Nº 48 • I Domingo de Adviento Ciclo A • 28 de Noviembre de 2010
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Ya no se adiestrarán
para la guerra
Y
a está cerca el tiempo de que las promesas se cumplan... el Adviento nos abre las puertas de par en par a esta esperanza. Un tiempo litúrgico muy propio de la Iglesia pero necesario para todo mundo. Hoy parece difícil confiar en las promesas... la realidad nos afecta de forma dolorosa porque vamos descubriendo día a día en los titulares de la información que la sangre corre, que los muertos suman desgracias en las familias, que muchos espacios que pudieran ser para la convivencia hoy se han convertido en lugares de prohibición; hay recuerdos y señalamientos de violencia, demasiadas cruces en el lugar de los que han caído sembrando por doquier desconfianza y miedos exacerbados.
La esperanza contra los miedos Pero las promesas que tienen un sentido escatológico, ciertamente su realidad total será verdad en los últimos tiempos. También de manera segura la fe nos impulsa, pues cuando le damos espacio a Dios, su amor y presencia nos ayudan a mirar de forma diferente el mundo, puesto que Él definitivamente se convertirá en el árbitro de las
naciones. No queremos un mundo lleno de inquietudes, queremos un mundo reconciliado en la paz de la convivencia y el trabajo, superadas las guerras. El vestíbulo de la ONU se pueden leer las palabras de Isaías que hoy escuchamos en la Primera Lectura. Forcemos con nuestra esperanza a que los tiempos buenos vuelvan. La fuerza de la confianza en Dios Tenemos que aprender a reconocer los tiempos que vivimos, ciertamente no son fáciles, nunca lo han sido; pero nos llaman a la creatividad, a buscar vivir fraternalmente, a ser conscientes de que todos somos parte importante del desarrollo humano y social, que cada familia es fuerza para la vida o, en caso contrario, nuestra ausencia provoca que el mal se extienda más y que los creyentes no pongamos un céntimo de esfuerzo para mirar el mundo con esperanza. La esperanza siempre se ha considerado como la virtud típica del Adviento. En este tiempo es de primer orden meditar y cultivarla, especialmente en estas cuatro semanas. Como el pueblo de Israel vivió la historia como un caminar iluminado por la esperanza del encuentro Continúa en la página 4
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