Hoja Parroquial - 13 de Noviembre de 2011 - Num. 46

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Hoja parroquial Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.

N.º 46 • Domingo XXXIII Ordinario, Ciclo A • 13 de Noviembre de 2011

Fundada el 4 de junio de 1930. Registro postal: IM14-0019, impresos depositados por sus editores o agentes. INDA-04-2007-103013575500-106

Tiempos de rendición de cuentas

N

oviembre apunta al final del año litúrgico... es tiempo de rendir cuentas, de contabilizar los frutos, de descubrir cuánto hemos sido capaces de corresponder a los dones de Dios. Es el tiempo de corregir veleidades para reconocernos como gente que quiere poner sus dones al servicio de los demás. Tiempo de admirar lo mucho que hace Dios por nosotros, y lo poco que a veces respondemos. Dios es siempre pródigo en dotarnos de talentos necesarios para nuestro uso personal y para la colaboración en la familia y con los demás. El colmo de los dones recibidos es convetirlos en ociosos; y más con la presunción y conciencia de tenerlos. En este sentido, se hace el elogio de quien trabaja duro y comprometido con la destreza de sus manos; se nos habla -como ejemplo en la Primera Lectura- de la mujer hacendosa y hábil en su casa. El libro de los Proverbios es increíblemente puntual en este sentido. Solamente así podremos estar en línea, sin que nos sorprenda la vida como la llegada de un ladrón: nos recuerda san Pablo que la vida es para estar vigilantes, siempre conscientes del tiempo que transcurre y de cómo responder a las circunstancias de cada momento de nuestra historia. Parábola hermosa y comprometedora Pero en estos temas, el texto estrella es sin duda la parábola de los talentos: ésta nos invita a tener las actitudes adecuadas para la venida del Señor a nuestra vida; también para las venidas de cada momento de nuestra historia y, sobre todo, para la definitiva y final. La parábola de los talentos es, en este contexto interpretativo, un elogio del compromiso, de la efectividad, del trabajo, del rendimiento. La podremos aplicar fructuosamente en un sentido personal, y también familiar, al trabajo, la profesión, las realidades terrestres, el compromiso con el mundo de nuestro tiempo... Sin embargo, el contexto de la hora histórica que vivimos es tal y tan urgente, que si no nos damos cuenta de que estamos llamados a hacer algo, a intervenir, a no ser meros actores pasivos de los acontecimientos, entonces estaremos traicionando totalmente nuestros dones y a Dios mismo, quien tanto nos ha favorecido con bastantes capacidades y cualidades. Hoy es tiempo de revisión para poner en juego nuestra aportación a la sociedad; para darnos cuenta de que tenemos varios pendientes en nuestra agenda, en la que no hemos aportado mucho los creyentes: asuntos como la defensa de la familia o asuntos de la ciudad y la comunidad, tales como la paz, la colaboración

y la corrección fraterna, misma que en ciertos casos puede llegar a la denuncia necesaria y valiente. Centinelas y administradores Somos centinelas de nuestro mundo y administradores de nuestras capacidades, puestas en común para el servicio de todos. Si Dios confía en el trabajo de nuestras manos y la habilidad de nuestra inteligencia, ¿cuáles son los dones que podemos recoger para ofrecérselos como familia, como profesionales, como gente sencilla del campo o de la ciudad? Recordemos que somos hijos de la luz, y tenemos que saber alumbrar a nuestro alrededor. Ojalá nos esforcemos en rendir mejores cuentas. 1


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