Hoja Parroquial - 28 de Agosto de 2011 - Num. 35

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Hoja parroquial Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.

N.º 35 • Domingo XXII Ordinario, Ciclo A • 28 de Agosto de 2011

Fundada el 4 de junio de 1930. Registro postal: IM14-0019, impresos depositados por sus editores o agentes. INDA-04-2007-103013575500-106

Morir por los demás

“E

n aquel tiempo, empezó Jesús a explicar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén y padecer mucho allí por parte de los senadores, sumos sacerdotes y letrados; que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día...”. Al hombre se le da la existencia para que en ella alcance la realización de ser personal. ¿Qué es la vida sino la ocasión de esforzarse por conseguir la felicidad, la realización y la plenitud? Eso es lo que los cristianos llamamos santidad. Para eso vino Jesús a este mundo: a manifestarnos el sentido real de la vida, enseñándonos a conseguir lo anterior. Desgraciadamente, la cultura en que nos movemos nos lleva a confundir la felicidad con placer, la realización con dominio y la plenitud con dinero, y lo que es más grave: esta cultura educa con claves de placer, dominio y dinero; en una palabra: éxito. El precio que pagamos por ello es hacer que unos sean explotadores y otros explotados, o que la riqueza de unos sea a costa de la pobreza de otros.

Jesús anuncia su Pasión, Muerte y Resurrección Jesús entiende su Pasión y Muerte: su cruz, como el pago lógico o resultado con el que hay que acarrear cuando se pretende vivir en autenticidad, cuando se busca la realización y la plenitud, cuando se sueña y lucha por ser como Dios manda: imagen y semejanza suya en un medio social, político y culturalmente adverso. En Jesús vemos cómo vivir es un vivir por y para los demás, en especial por los más necesitados, hasta el punto

de que, sin ellos, no se encuentra explicación a su propia historia. Los otros no son su cruz, sino que la cruz de los otros la hace suya y le lleva hasta la muerte para darles vida en abundancia, en resurrección. “¡No lo permita Dios, Señor!” Aquí aparece Pedro, encarnando al hombre que se empeña en manipular la historia, forzándola y podándola hasta el punto de reservarse para sí los éxitos, los triunfos y aplausos, evitando y ahorrando los esfuerzos, el trabajo y todo dolor o incomodidad; y -encima- desde una perspectiva religiosa: “No lo quiera Dios...”. Pedro representa a todo aquel que pretende decirle a Dios cómo ha de ser, porque Él sabe mejor que nadie lo que conviene. Se presenta como el que más ama a Jesús, y lo ve como su Mesías y Salvador, pero en vez de seguirle intenta que Jesús sea el que le obedezca. Jesús se volvió y dijo a Pedro: “Quítate de mi vista, Satanás, que me haces

tropezar; tú piensas como los hombres, no como Dios”. Entonces dijo a sus discípulos: “El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y que me siga. Si uno quiere salvar su vida la perderá; pero el que la pierda por mí, la encontrará. ¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo entero, si malogra su vida? ¿O qué podrá dar para recobrarla? Porque el Hijo del Hombre vendrá entre sus ángeles, con la gloria del Padre, y entonces pagará a cada uno según su conducta”. Para alcanzar la felicidad y la salvación, que es lo que aquí se trata, hay que aceptar y respetar la historia en toda su complejidad y riqueza. No podemos alcanzar la felicidad o la salvación dejando de lado, olvidando u obviando alguna de sus facetas, por amargas o desagradables que puedan ser. Tampoco podemos comprender ya y ahora el futuro que está por venir. Desde hoy alcanzamos a comprender, a hacer nuestro el ayer; mañana comprenderemos el hoy, cuando sea pasado. Ahora sólo nos queda aceptar todo lo que nos ocurre como lo mejor que nos puede ocurrir para crecer. “Quien quiera seguirme que se niegue a sí mismo y tome su cruz” No se puede ser cristiano y pretender vivir a costa de los demás, sino como soporte de los demás. Su cruz es nuestra cruz. Su vida y la dignidad de su vida nos acarrearan la muerte, que es la única forma de vivir con dignidad. Hay circunstancias o situaciones en que la muerte es la salida digna y válida de la vida. 1


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