Hoja Parroquial - 22 de agosto de 2010 - num 34

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Hoja parroquial Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.

Nº 34 • Domingo XXI Ordinario C • 22 de Agosto de 2010

Fundado el 4 de junio de 1930. Registro postal IM14-0019, impresos depositados por sus editores o agentes INDA-04-2007-103013575500-106

Muchos intentarán entrar y no podrán

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ucha gente piensa ingenuamente que las cosas de Dios son suficientemente fáciles, puesto que Él -eso decimoses misericordioso y no tiene por qué negarnos nada de nada. Pensamos y confundimos su bondad con algo parecido a la alcahuetería, creyendo que Dios no puede sino estar de acuerdo con nuestra forma de ser y pensar, puesto que su esencia es mostrar misericordia. Entre nosotros hay mucha dificultad cuando intentamos ser misericordiosos con los demás y al mismo tiempo ser justos, porque se nos ladea la balanza hacia el lado contrario, según nuestros sentimientos o el estado de ánimo en que nos encontremos. Pero bien, sabemos que Dios sí puede hilvanar finamente, mostrándose misericordioso y al mismo tiempo con una justicia infalible sin ningún error de por medio.

Conociendo algo más de Dios Las lecturas de este domingo son una síntesis hermosa y clarificadora de lo que Dios quiere de nosotros. Nos dice que Él llama y busca a todos por igual, esto es, de cualquier condición: convoca a toda clase de gente de todos los países. Así lo manifiesta el Profeta Isaías. Además, en el Salmo hemos proclamado que la tarea de ir por todo el mundo para proclamar el Evangelio de Jesús, la buena noticia de su Reino, sigue vigente; es decir; su invitación siempre está presente, nunca pospuesta ni negada, abierta siempre para la humanidad completa. Sin embargo, la Carta a los Hebreos nos señala que, aunque el amor de Dios es tan grande, por ese mismo amor es capaz de reprendernos si así lo requerimos, y nos reprende precisamente porque nos ama. Encontramos, entonces, que la enseñanza fundamental del evangelio de hoy es decirnos que la puerta es estrecha, que no pensemos que sólo es decir “sí” y ya. Es necesario siempre esforzarnos, porque

si no hay suficiente esfuerzo, haremos intentos vanos y no podremos entrar por esa puerta. Habrá que hacer un esfuerzo perseverante y consistente por encontrar a Dios y vivir su voluntad en las diversas circunstancias de nuestra vida. Los caminos de Dios y los caminos de los hombres Hay dos caminos -leemos en la enseñanza de la primitiva Iglesia-: uno de vida y otro de muerte; pero la diferencia entre los dos caminos es grande. Al camino de la vida le corresponde el amor a Dios; y al prójimo, bendecir a quien maldice, mantenerse alejado de los deseos carnales, perdonar a quien le ofende, ser sincero, pobre (humilde)... en suma, vivir los mandamientos de Dios y las bienaventuranzas de Jesús. Al camino de la muerte le corresponde, en cambio, Continua en la página 4

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