Hoja parroquial Arquidiócesis de Guadalajara, A.R.
N.º 2 • Epifanía del Señor, Ciclo B • 8 de Enero de 2012
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"Hemos visto su estrella"
E
n el mundo donde hoy vivimos, disfrutamos o a veces sufrimos, hay muchos que reclaman ser una “estrella”; es más: quieren ser la estrella única que atraiga todos los reflectores del mundo y todos los reconocimientos de conocidos y extraños. Nos atascamos de egoísmo y no queremos reconocer la mejor “estrella” de nuestra vida. Es un mundo donde se han abandonado las verdaderas jerarquías e importancias de la vida. ¿Qué estrella seguimos, qué verdades nos llenan? Muchas urgencias son simples voces de los instintos. Los escalones de importancia de los valores que merecen buscarse, se han trastocado totalmente. Hoy, la fiesta de la Epifanía nos habla de una estrella única en los tiempos y en las urgencias, aquella que nos lleva a Dios. Si el mundo nos preguntara qué “estrella” seguimos, nos daríamos cuenta de todos los rumbos sorprendentes y otros tan equivocados que estamos presurosos por seguir. La Epifanía de Jesús, es decir: su manifestación a todos los pueblos, tenía un signo eficaz, una estrella que guiaba a los magos venidos desde Oriente, de tierras lejanas. Ellos supieron identificarlo, y dijeron ante las autoridades: “Hemos visto su estrella y venimos a adorarlo”.
Se busca una “estrella” Siempre hay gente que con muchas dificultades se propone seguir a Dios, buscarlo, emprender caminos y sortear dificultades con tal de encontrar un remanso de paz en sus vidas, ese lugar de privilegio que sólo Dios ofrece a quien lo busca de corazón –como los magos y como miles de personas, a través de mil formas– y sigue buscando la paz, el amor, la verdad... en definitiva, sólo va a estar en Dios. Gente de voz clara que nos guíe, un líder que nos convenza, una persona que nos impacte con su presencia, con su amor. Y a contrapelo, hay muchos que transitan desfogados y ahogados por satisfacciones que tal vez no curen pero que sean como placebo para atenuar la angustia, los temores. Muchos buscamos placeres, satisfacciones rápidas, felicidad
palpable que llegue como un fast track, goces inmediatos a cualquier precio. Dios y el Espíritu parecieran, por esa búsqueda, una utopía que ha perdido clientela.
Entre la búsqueda y el rechazo Pero también existe el rechazo a Dios, como nos cuenta el Evangelio lo que sucedió en aquellos días; hubo rechazo del nacimiento de Jesús por parte de las autoridades políticas –Herodes– y religiosas –sumos sacerdotes y escribas– del pueblo judío; y por contraparte, el gozo infinito de los magos, gente lejana pero abierta a la verdad. Así se nos anuncia desde ya ese carácter universal de la misión de Jesús, la apertura del Evangelio a los paganos y su vinculación con la comunidad cristiana. La Epifanía del Señor es la celebración precisa para confesar nuestra fe en Dios, quien se manifiesta a toda la humanidad, quien se hace presente en todas las culturas, quien actúa en todos, y quien invita a la comunidad creyente a abrir sus puertas a las necesidades y pluralidades del mundo actual. La Epifanía de Dios sigue estando en los pobres, en los afligidos, en los limpios de corazón... en todo ser humano que busque la verdad, la vida, el amor. 1