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Palabras preliminares: Nuestra historia y su literatura

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Notas

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PALABRAS PRELIMINARES:

“Arica, siempre Arica, Mayor es mi lealtad” Himno de Arica

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Nuestra región tiene presencia en la literatura nacional hace ya más de cuatrocientos años cuando pasa en viaje a Chile Alonso de Ercilla y Zúñiga. Permaneció en Arica 4 días mencionan sus biógrafos, seguro desembarcó al cobijo de la Isla del Alacrán y bebió la fresca agua de esa desaparecida pero no olvidada chimba. No hace mención la historia a su viaje de regreso dos años más tarde, aunque no falta quien le imagina corrigiendo versos de “La Araucana” en nuestras tierras. Tres siglos después, en la misma rada aunque sin bajar del barco observó la ciudad Lucila Godoy Alcayaga a su regreso de México. En el intertanto pasó por esta plaza Pedro de Valdivia con su amante Inés de Suárez, Cavendish, Drake, y a mucha honra llegó a caballo desde Tacna surcando el humedal Simón Bolívar quien en la plaza habló con los vecinos y les dijo que no anexaría Arica a Bolivia.

Si una ciudad de Chile asemeja su historia a una novela esa es Arica, las demás solo cuentos. Ha habido tráfico de plata como en pocos puertos más de América Latina, asaltos de piratas que han muerto luchando en sus calles, terremotos seguidos de maremotos que han dejado barcos de ruedas en la plaza principal. Túneles secretos aun inexplorados que cruzan el corazón de la ciudad, batallas memorables en sus laderas. Criaderos de negros. Pestes. Plebiscito. Y un valle en que han convivido negros, aimaras, griegos, españoles y mestizos, todos a un tiempo. Ello sin mencionar que hoy instalando fibra óptica se exhuman momias, las más antiguas del mundo, y se mira al vecino, se tapan las menos, y se continúa por el lado, no sea cosa que se entere el Consejo de Monumentos Nacionales y detengan la obra. Los primeros grandes embarques de cocaína de América Latina se hacen desde este puerto. Donde lo demás es cuento, Arica es novela. Novela. Ni épica, ni elegía, ni tragedia para una ciudad que ha renacido innumerables veces, que tiene en su escudo un cerro de Bolivia, que exalta la lealtad aunque sea la lealtad de un Cañipa al conquistador español. Tierra ubicada al otro lado del Desierto de Atacama, más allá de la Quebrada de Camarones, quebrada, donde -saben acá- comienza Chile.

Hemos aprendido en regiones que las historias literarias, el corpus, no se homologan solo o exclusivamente a las ediciones de libros, la literatura que da sentido a nuestras vidas, expresión de nuestro ethos, es aquella que se expresa en formatos a los que tiene acceso su gente, periódicos, misales, hojas volantes. Y la historia literaria de nuestra región no es excepción. Y hasta donde podemos vislumbrarla entre las sombras de la incierta historia encontramos versos de la Guerra del Pacífico, luego letras de canciones, décimas, versos mordaces enmarcados en el plebiscito del 24, misales con cánticos consagrados a la Virgen, e historias ancestrales en voces aimaras. Y ahora ya más entrado el siglo, en sus calles se recorta la figura de Nana Gutiérrez. Luego vendrá Tebaida, y hace solo unos

pocos decenios finalmente una “masa crítica” expresa en asociaciones y talleres. El año 2015 la Mesa Regional de Fomento Lector apostó por “Arica una Ciudad que lee” y fue porque existen antecedentes que avalan a Arica como una ciudad que escribe, que escribía, poseedora de una estirpe literaria.

Hablar de fomento lector aquí en Arica particularmente, trabajar en ello es más que desarrollar una habilidad, de motivar hacia un ocio constructivo, de socializar, es, también, generar un sentido de pertenencia, de identidad.

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