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Estereotipos en la educación

Por: Ashley Salazar

Cuando estaba en tercero de bachillerato, no había un solo día que no me preguntaran: ¿Irás a la universidad? ¿Qué carrera vas a seguir? Entre otras más que no quiero recordar.

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El período lectivo acabó. Me gradué, descansé dos días y después, estudié lo más que pude para rendir la prueba de la Senescyt, pero no me fue como esperaba. Mi futuro dependía de un puntaje y eso me aterraba.

Varias noches lloré y pensé que no estudié lo suficiente, que no le di tanta importancia a la prueba, e incluso, me cuestionaba si en verdad merecía un cupo en la Universidad. Las semanas pasaron, recibí mi puntaje, postulé y esperé resultados.

La noche que revisé la página de la Senescyt y observé que había conseguido cupo en la carrera que tanto quería, me provocó una alegría inexplicable.

A mitad del 1er semestre me di cuenta de algo muy importante: romanticé muchísimo la universidad y aún más, mi carrera.

Poco se habla de cuán estresante es movilizarse todos los días de una ciudad a otra para asistir a clases. Poco “se parla” de lo normalizado que está ver a los jóvenes estudiar, leer o dormir en los medios de transporte. Poco se menciona que, en ciertas ocasiones, debemos soportar malos comentarios y tratos de quienes nos rodean. Nadie, a menos que sea un universitario, sabe lo estresante que es realizar tareas, diarios, actividades, lecciones, exposiciones, consultas, presentar proyectos y rendir exámenes en un tiempo límite.

¿Se imaginan cuál es el nivel de estrés y ansiedad al cual estamos constantemente sometidos desde que tenemos 17/18 años?

No, no lo hacen, porque son muchísimas las veces que he escuchado a los demás decir: “Bah, ¿de qué te quejas?

Estudiar es lo más fácil del mundo.”

No, no lo es. Acabo de mencionar factores que, si bien no dificultan, complican el aprendizaje.

Cuántas veces quise tirar la toalla. Pero no, no lo haré; sigo aquí, escribiendo un monólogo que yo misma he inventado en mi cabeza.

“Entonces, ¿a dónde quiere llegar?”

Deseo no volver a oír nunca más comentarios como “estudiar es muy fácil, solo vas y te sientas a escuchar a alguien más hablar”, “mejor cámbiate de carrera” ... Deseo que todos estos estereotipos, poco a poco, se rompan y desaparezcan.

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