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Con sabor a miel de abeja

El trabajo de un apicultor consiste en criar, cuidar y alimentar a sus abejitas esperando obtener a cambio la deliciosa miel, cera, polen y cómo no, ingresos.
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Terminado este proceso, a las 15:40 regresamos y don Alonzo, con el desoperculador en mano (como una especie de cuchillo) retiró la cera de los panales y a la vez, Juan recogía los marcos y los ingresaba en la centrifugadora, quien se encarga de realizar la magia.
“¿Cómo sabemos cuándo debemos recolectar la miel?
Si la mitad de la cera recubre los marcos, significa que la miel está madura y se puede cosechar; si no es así, aún posee humedad”.
“¿Sabías qué?
El reloj marcaba las 16:30 cuando llegó el momento más satisfactorio de este proceso: embotellar la deliciosa miel para su posterior venta.
Pasadas las 17:30 regresamos a casa y en el camino, surgió una pregunta muy interesante:
“¿Qué fue lo que lo llevó a pensar: Yo me quiero dedicar a esto?
Yo veía a diversos colegas en distintas ciudades del país cultivar abejitas, entonces yo dije ¿por qué no ser el pionero de la apicultura en la provincia de El Oro?”.
Para las 15:00, don Alonzo tomó el mando y 10 minutos después de una intensa caminata, llegamos al hogar de las polinizadoras.
“A ver muchachos, lo primero que debemos hacer es alzar las cajas y después echar humo”, comentaba don Pineda, mientras de fondo se escuchaba los zumbidos de miles y miles de abejas.
Don Alonzo comercializa su producto y administra su propio negocio bajo el nombre “Miel de Abeja Yara”, en botellas que pueden costar desde 5 hasta 20 dólares. Para que sus clientes puedan degustar de la miel, él debe recorrer diferentes lugares en especial, las ferias de emprendimiento que se desarrollan dentro de nuestra provincia.

