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El viento, el tiempo y el espacio, un análisis a “Luvina” de Juan Rulfo

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Luna de ciudad

Luna de ciudad

Por: Brenda Daniela Rueda Nava

En “Luvina”, Juan Rulfo hace una alegoría en torno a la desolación, melancolía y depresión. Se argumenta que todo el cuento es una metáfora sobre la situación de cualquier lugar donde exista un ambiente tan desesperante como el de Luvina. En este ensayo se examinará a “Luvina”, sus habitantes, al viento y al tiempo como recursos metafóricos, considerando el México posrevolucionario, contexto de Juan Rulfo.

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Resulta notable que “Luvina” centra la atención en el pueblo mismo, no en los personajes ni en la acción pues retrata la realidad de San Juan Luvina, un pueblo olvidado por Dios, donde impera la soledad, el desamparo, el silencio y la muerte. El cuento es relatado en forma de monólogo por uno de los antiguos habitantes del pueblo, y le habla a un recién llegado sobre sus recuerdos de aquel lugar. Narra la primera vez que llegó allí, sus memorias, sus ilusiones perdidas: Luvina es un lugar muy triste. Usted que va para allá se dará cuenta. Yo diría que es el lugar donde anida la tristeza. Donde no se conoce la sonrisa, como si a toda la gente le hubieran entablado la cara. Y usted, si quiere, puede ver esa tristeza a la hora que quiera. [...] Está allí como si allí hubiera nacido. (Rulfo, 2016: p.48)

Es la visión de un pueblo es pesimista, fatalista. Se argumenta entonces que Rulfo hace una comparativa entre la desolación del mundo, la soledad del hombre y, sobre todo, el México postrevolucionario en el que creció. Un México devastado por la revolución de 1910 a 1917 y en años consiguientes, La Guerra Cristera, y plasma esa inconformidad en sus dos obras, El llano en llamas y Pedro Páramo. Según Jean Meyer (2004), Rulfo afirma con la honda y discreta ironía que le caracterizaba, que México poseía: “dos industrias pesadas: la fábrica de desiertos y la de niños”. Rulfo fue consciente de vivir un mundo atrasado y extremadamente violento, él lo vivió desde dentro y lo sufrió desde pequeño. La infancia de Rulfo estuvo colmada de revueltas campesinas, saqueos, incendios, matanzas y protestas sociales entre otros movimientos, su padre fue asesinado, como también lo fueron varios de sus tíos, es posible que Rulfo refleje el vacío de su propia infancia al representar a los niños como sombras en segundo plano, solo están presentes cuando se escuchan jugar a las afueras del pueblo y cuando el narrador habla sobre su familia. Pérez Muños (2009), menciona que en la literatura uno de los aspectos más utilizados por los autores es la imagen del niño como representación de inocencia y, por consiguiente, de salvación. Se estableció anteriormente que “Luvina” es la imagen del desconsuelo, los niños pueden existir solo a las afueras del pueblo, pues de lo contrario serían una paradoja en sí. Otro elemento reiterado y esencial en “Luvina” es el viento:

Y sobran días en que se lleva el techo de las casas como si se llevara un sombrero de petate, de- jando los paredones lisos, descobijados. Luego rasca como si tuviera uñas: uno lo oye mañana y tarde, hora tras hora, sin descanso, raspando las paredes, arrancando tecatas de tierra, escarbando con su pala picuda por debajo de las puertas, hasta sentirlo bullir dentro de uno como si se pusiera a remover los goznes de nuestros mismos huesos. (Rulfo, 2016: p.47)

Una fuerza que erosiona la tierra y azota sin misericordia a los habitantes de Luvina. El viento es usado como medio metafórico para describir el silencio, el vacío, la nada. El hecho de que los seres humanos, y no sólo objetos son víctimas de la naturaleza refuerza la idea de una muerte violenta que realmente sólo un ser humano u otro animal puede experimentar. El viento presagia la muerte en las noches de luna llena cuando se puede ver en forma de un ente arrastrando una cobija negra por las calles de Luvina. Sánchez (2013), propone que el viento sufre diferentes transformaciones en “Luvina”, un sueño, una pesadilla, un demonio, un vigilante, un fantasma, una amenaza, la muerte. Con la ausencia del viento llega también al relato a su clímax. El viento se calma en medio del miedo: pero se convierte así en la grieta por donde entran las más terribles apariciones. Las mensajeras de la muerte, las mujeres de Luvina. Se entiende que hay un ciclo de violencia donde los hombres solo regresan una vez al año, para procrear más niños y luego se marchan y las mujeres son las que se quedan a vivir en ese purgatorio donde ya no son personas, sino más bien sombras habitando el pueblo. Pero las razones de por qué se quedan no se limitan a cuestiones burocráticas y políticas, sino que van más allá, están bien arraigadas en la idiosincrasia regional (Bustos, 2013). Ellas saben que, aunque quisieran dejar el lugar nadie las ayudaría. Se infiere que estos elementos son también una descripción de cómo veía Rulfo a los hombres que se marchaban a la guerra revolucionaria y ya no regresaban, abandonando a sus familias:

Usted ha de pensar que le estoy dando vueltas a una misma idea. Y así es, sí señor… Estar sentado en el umbral de la puerta, mirando la salida y la puesta del sol, subiendo y bajando la cabeza, hasta que acaban aflojándose los resortes y entonces todo se queda quieto, sin tiempo, como si viviera siempre en la eternidad. Esto hacen allí los viejos. (Rulfo, 2016: p.47)

Parte de la estructura narrativa de la novela es un tiempo cíclico, la sustitución del maestro rural, los interminables días y noches. En Luvina parece que el tiempo se alarga tanto que inclusive parece detenerse, No hay un dónde, ni quién, ni cuándo: sólo un cerro alto y pedregoso, gris pardo, en quien hasta el viento se planta, sin tiempo (Díez, 2008). El largo monólogo del narrador es un ir y venir de ideas que regresan siempre a lo mismo, es un juego narrativo para que el lector se sienta igual de atrapado que el protagonista. Se destaca además de la suspensión de la temporalidad de diferentes formas en las cuales se rompe la sucesión narrativa del presente-pasado (Rodríguez, 2003), continuamente el cuento pasa a un tiempo y espacio diferentes en donde ni siquiera la muerte es un límite a la participación de los personajes; al contrario, a partir de la muerte, la escenificación de estos no tiene límites

A través de diferentes recursos narrativos, Rulfo logra crear una obra maestra del realismo mágico y demuestra la condición humana tras La Revolución Mexicana, crea un tiempo-espacio que va más allá del paraíso o del infierno y construye toda una realidad a partir de sus vivencias. Esta obra hace al lector comprender la tristeza, ira e inconformidad de este pueblo específico, que, sin embargo, puede ser cualquiera, a través de una imagen de belleza poética y decadencia.

Bibliografía

Benítez, F. “Conversaciones con Juan Rulfo”, México Indígena, INI, n° extraordinario, 1986, pág. 50).

Bustos, R. O. (2010). Técnicas narrativas de Juan Rulfo en el cuento “Luvina” de El llano en llamas. Revista Casa del tiempo 28, 9-11.

Díez, M. (2008). Luvina de Juan Rulfo: la imagen de la desolación. Espéculo, 38.

Meyer, J. (2004). Juan Rulfo habla de la Cristiada. Letras libres, (65).

Pérez-Muñoz, C. (2009). La metáfora de la niñez como recurso literario: De la cuentística decimonónica a la narrativa del siglo xx (Doctoral dissertation, The University of North Carolina at Chapel Hill).

Rizo, E. (2003). Juan Rulfo y la representación literaria del mestizaje. Escritos, Revista del Centro de Ciencias del Lenguaje, 28, 125-148.

Rodríguez Penagos, J. M. (2003). Juan Rulfo y el ensueño del tiempo. Revista Mal Estar e Subjetividade, 3(1), 130-150.

Rulfo, J. (2016). El llano en llamas. Editorial RM.

Sánchez, A. (2013). Juan Rulfo y el ritual del viento. DeBolsillo.

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